miércoles, 15 de octubre de 2008

Mi flecha de obsidiana :)

De la Tristeza de la Obsidiana (encontrada en Vallecitos, Mendoza)
Published on 09/12,2008
Dicen que todo lo creado, todo lo que nos envuelve está formado en su esencia por energía. Si mirásemos a través de un microscopio, descubriríamos cosas como que, cuando acariciamos algo, en realidad, nunca lo tocamos del todo… pero lo sentimos. En base a estas ideas de energía, las piedras juegan (y durante milenios, han jugado) un papel muy importante: a veces, desde la superstición, debido a sus colores y formas; a veces, desde una sabiduría popular anclada en las sensaciones más cercanas a esta naturaleza semi-humana, a un contacto espiritual, cada día más perdido; en cualquier caso, incluso para aquellos que se centran en el punto de vista más palpable de nuestra realidad, que necesitan demostraciones científicas de las cosas, incluso para ellos negar rotundamente algo tan intangible como las energías, les resulta difícil. Y digo “intangible” desde el sentido de la vista porque no todo es lo que vemos, también olemos, sentimos, escuchamos, paladeamos… percibimos con otros sentires más allá de lo que se ve, que suele ser una percepción rápida, cómoda y que, paradójicamente, ciega los demás sentidos.


He decidido empezar este apartado con una de las piedras más enigmáticas, más llamativas y centrada en la cura de la depresión y, por ello, asociada a la tristeza. Toda piedra sirve para la meditación, para adentrarnos en ese mundo tan complejo que va más allá de simplemente la capacidad de relajarse o la “búsqueda de la verdad”, pues meditar es el vehículo de la Unidad y el Cosmos, de encontrarse sumido como engranaje de la naturaleza de la que formamos parte. La comunión con el otro.

La Obsidiana nos invita al mundo de la tristeza, la tristeza entendida como lucha: lucha por un mundo que sufre; lucha por avanzar y no detenernos en nuestro camino. No es, por lo tanto, la tristeza del dolor, de la comodidad del que se queja, sino del que avanza y comprende la dureza de una vida que invita a pelear, a crecer, a continuar y a sentir el momento. Ayuda, asimismo, a centrarse en el aquí y en el ahora, a vivir cada instante como si fuese único, como la primera vez.

Su oscuridad nos lleva a la oscuridad de la noche, a la antigüedad de los tiempos, a la sabiduría de pueblos ancestrales (el amuleto de la punta de flecha, las implicaciones con un pueblo indio, por desgracia, desaparecido).

Aunque estamos hablando de la obsidiana negra, en el caso de la Obsidiana Nevada lleva al equilibrio con la luz, con la eternidad, con el placer de los sentidos más terrenales y se muestra como puerta a la Luz de un mundo espiritual único, aquel que cada uno lleva en su interior.

El origen de esta piedra es el centro de la Tierra, siendo transportada hacia el exterior en múltiples erupciones volcánicas, razón por la que también se conoce como “vidrio de lava” (atención a su “trasluz”, puede sorprender a muchos).

Plinio, uno de los estudiosos romanos más influenciados por Séneca, mencionaba en sus escritos una curiosa bebida que, según él, permitía ver el origen de todas las cosas. Sus ingredientes: polvo de obsidiana, talco, mirra, lágrimas de pino petrificadas (imagino que habla de la colofonia, de la resina) y vino tinto. Era condición indispensable beberla antes de conciliar el sueño.

Y es que, probablemente, debido a la influencia actual de este ritmo rápido, de la necesidad de resumir la información, los conocimientos y todo lo que nos rodea, la obsidiana ha terminado por tener muy mala prensa y acabar asociada a la depresión. Así, sin más. Sin embargo, es su significado algo que va más allá de un estado mental o emocional. Como prácticamente todas las piedras semi-preciosas, su energía sirve (y ayuda) en la meditación. No es nuevo decir que, cada uno, debe “sentirse” a gusto con la piedra con la que va a trabajar. Según sus rasgos, su energía sintonizará mejor con una que con otra. Si Dios manifiesta su energía en forma de tristeza a través de la obsidiana, nosotros manifestamos nuestra energía en forma de tristeza hacia la obsidiana…

La Tristeza de la Obsidiana nos habla en la misma línea que la oscuridad de la noche, la sabiduría de los tiempos… los símbolos y el inconsciente. Su oscuridad no es negativa, pues es una fuerza creadora que toca las teclas necesarias para sentir la base de una melodía que recorre tiempos antiguos, nuevos y futuros. Su oscuridad encierra los misterios del alma, la llave que abre la puerta, el camino entre lo percibido, palpable, y aquello que no.

Cuando se trata de la Obsidiana Nevada, entonces se mezclan los contrarios, de una forma mágica, con los contrastes encontrados de los viejos amigos.

La Obsidiana es la piedra de la introspección, de la guerra, de la lucha interna por avanzar, por levantarse y no detenerse. Es la piedra del que no quiere detenerse en su camino, del que necesita fuerzas para no decaer, del que busca infatigablemente, de aquel que puede hallar respuestas en donde otro nada ve.

Su dureza se halla a medio camino entre el polvo del talco y el diamante, se le ha dado un cinco, con lo cual es ligeramente dura, se necesita de una navaja bien afilada para rayarla, pero se queda a un punto de ser ella la que raya el vidrio como sus sucesoras en esta lista. Aún así, es lo suficientemente fuerte como para que muchos pueblos indígenas la hayan tenido en cuenta a la hora de usarla en punta de flechas, hojas de cuchillos y lanzas.

Las puntas de flecha de Obsidiana Negra se convierten así en un amuleto único... como la oscuridad de la noche... como la noche de los tiempos... como la antigüedad del hombre.
Fuente: http://simbologicemos.tublog.es/archives/2008/09/12/de-la-tristeza-de-la-obsidiana

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