martes, 19 de agosto de 2008

Agujeros Negros- Materia Oscura

En la cornisa de mi pensamiento
asomo el corazón por el abismo,
y vuelve aquella voz infantil
de la inocencia entorpecida,
por la conciencia desafinada del adulto.

Y en un duelo a capa y varita
danzan brujas y madrinas
al son de aquella estrella
que me alcanzó de guía,
hasta la cornisa de mi pensamiento.

Inés.




El Infinito - El Universo

domingo, 17 de agosto de 2008

Eclipse 1/08 desde un avión

Si ya es impresionante ver un eclipse, ahora hacerlo desde un avion en pleno vuelo, con una perspectiva y una linea de horizonte mucho mayor es aun mas asombroso. Uno cuando está debajo de la sombra del eclipse simplemente ve que todo oscurese, sin embargo a la altura que vuelan los aviones se puede ver toda el area de sombra que ocasiona este fenomeno.

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jueves, 14 de agosto de 2008

Rayos Cósmicos


Figura 1: Cuando un rayo cósmico primario entra en la atmósfera se produce una cascada de partículas elementales muchas de las cuales pueden alcanzar la superficie terrestre.

"Estamos enfrentándonos a las mayores energías de la naturaleza para tratar de descifrar el mensaje que nos envía el universo: es, realmente, una aventura del pensamiento", explicó a Télam Alberto Etchegoyen, el director del observatorio que comenzará a funcionar de manera completa desde hoy, cuando se inaugure el último edificio que albergará seis de los 24 telescopios del complejo. (Extraído de un reportaje: dijo el físico Alberto Etchegoyen, director del Proyecto Pierre Auger en Mendoza. Viernes 17 de Noviembre de 2006 - )

(Extraído del trabajo publicado por la UNED en la revista "A Distancia" (primavera 1994) y como informe interno del Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear FAMN 2/94 por F. Arqueros ):La cascada se inicia cuando el núcleo primario colisiona con un núcleo atmosférico (Nitrógeno u Oxígeno) produciendo una reacción nuclear en la que parte de la energía se transforma en materia, creándose nuevas partículas, sobre todo piones. El núcleo incidente o los fragmentos resultantes después de esta colisión siguen viajando a gran velocidad en dirección al suelo hasta que de nuevo tiene lugar otra reacción nuclear en la que se producen más partículas y así sucesivamente. En ocasiones algunos fragmentos nucleares alcanzan la superficie terrestre. Los piones neutros pio creados se desintegran casi instantáneamente, convirtiéndose en dos rayos gamma. Los piones cargados pi+ pi- pueden colisionar con otro núcleo atmosférico produciendo nuevas partículas o desintegrarse en un muón y un neutrino. El muón posee una vida media de 2 millonésimas de segundo (2 micros) tras lo cual se desintegra convirtiéndose en un electrón y dos neutrinos. Al ser la vida del muón tan corta podría pensarse que ninguno puede llegar vivo al nivel del suelo. Sin embargo, debido a su alta velocidad (muy próxima a la de la luz) se ven afectados por la dilatación relativista del tiempo y en nuestro sistema de referencia su vida media es mucho mayor. De hecho, en casi todas las cascadas iniciadas por rayos cósmicos, una parte importante de los muones logran alcanzar la superficie terrestre. Son tan penetrantes que muchos de ellos alcanzan profundidades de cientos de metros bajo tierra, pero, al ser partículas cargadas dejan un rastro de ionización fácilmente detectable. Por este motivo fueron las primeras partículas secundarias detectadas. Por otro lado, los neutrinos que se crean en la desintegración de los piones y de los muones, a pesar de ser muy numerosos, poseen una probabilidad de interacción con la materia extremadamente pequeña por lo que pasaron desapercibidos en los experimentos pioneros. Su poder de penetración es tan grande que pueden atravesar completamente la Tierra.

El calentamiento global podría estar ocasionado fundamentalmente por los rayos cósmicos
11.03.07 @ 19:31:24. Archivado en Planeta Tierra estudio realizado por científicos del Centro Nacional Espacial de Dinamarca
El calentamiento global podría estar ocasionado no por el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera, sino principalmente por los cambios en la intensidad de los rayos cósmicos que llegan a la Tierra, y que alteran la nubosidad de nuestro planeta. El experimento descubrió que la actividad solar es en la actualidad la más alta de los últimos mil años, lo que según los científicos daneses explica el calentamiento global por causas naturales y no artificiales. Resultaría evidente que los vientos estelares y el magnetismo son factores cruciales en el origen y la viabilidad de la vida. En comparación con ellos y su capacidad de influenciar en el clima, las emisiones humanas de dióxido de carbono a la atmósfera parecen literalmente insignificantes. En escalas de tiempo mucho más largas, la intensidad de los rayos cósmicos varía de forma más radical por la influencia de los cambios en la galaxia. Durante los pasados 500 millones de años, la Tierra ha atravesado cuatro periodos extremadamente calurosos, con escasez de hielo y niveles océanicos elevados, y cuatro episodios extremadamente fríos. Los científicos del centro danés vinculan estos cambios al recorrido del Sol y de nuestro planeta por la Vía Láctea, que presenta diversos niveles de incidencia de rayos cósmicos sobre la Tierra.
Nota completa: http://blogs.periodistadigital.com/infordeus.php/2007/03/11

Clasificación de explosiones Solares



Una explosión solar sucede cuando energía acumulada en ciertos campos magnéticos del sol es liberada súbitamente. Ello produce un campo de radiación dentro del campo electromagnético desde ondas de radio hasta rayos-gamma y rayos-X

Los científicos clasifican las explosiones solares de acuerdo a la cantidad de rayos-X dentro de una frecuencia de 1 a 8 Angstroms.

Que es una tormenta de radiación? Al mirar la imagen del satélite SOHO ( izquierda) la imagen aparece como con una nieve o millones de manchas blancas donde cada uno de esos puntos es un protón solar que, acelerados a la velocidad de la luz por la explosión crean lo que nosotros denominamos una tormenta con radiación.

CATEGORÍAS DE EXPLOSIONES SOLARES
CLASE - X: RANGO de 1 a 5
son muy poderosas y generan eventos de mayor poder. Tormentas cargadas de radiación y de largo efecto; generando además un efecto muy nocivo sobre los seres vivos, el clima, las comunicaciones, los satélites y apagones eléctricos súbitos de larga o corta duración. [las del mes de noviembre del 2003 fueron X10 - 15- 18 y la del 4 de noviembre de 2003 llegó a ser una X-38]

CLASE - M: RANGO de 1 a 5
son medianas, causan apagones eléctricos breves, afectan especialmente las regiones polares (problemas de deshielos) y también causan el mismo efecto sobre los seres vivos que las Clase-X.

CLASE - C RANGO de 1 a 5
consecuencias para la Tierra a partir del rango 4

CME - (Coronal Mass Ejections)
Eyecciones de la masa de la corona del sol son enorme burbujas de gas que aparecen en las líneas magnéticas que son eyectadas desde el sol durante el curso de varias horas. Es sólo recientemente que se descubrieron las eyecciones desde la corona solar (1971-1973) y son muy peligrosas para la Tierra.

Las erupciones Clase C- M y X acompañadas por CME tienen consecuencias graves para la Tierra, el clima y las personas

QUE ES EL INDICE Kp?
INDICE Kp (planetarische Kennzifer)

Es el nombre del índice local trihorario (que se procesa cada 3 horas) cuasi-logaritmico que estima la actividad geomagnética con que mide la intensidad y cantidad de partículas provenientes de erupciones solares y Eyecciones de la Masa Coronal y que afectan el campo magnético de la tierra y en consecuencia de todos los seres vivos.

El índice Kp Tiene una escala de 0 a 9 y en situaciones normales para la vida se encuentra en un rango de 2 a 4El 20/11/2003 pasó la barrera del 9 varias veces, por lo que se ya se sabe que se está debilitando el campo magnético de la tierra. Por causa de esto se verán auroras boreales en latitudes más allá de los dos polos - El índice Kp fue introducido como un índice magnético por Bartels en 1949 y seguido y estudiado desde entonces en el Institut für Geophysik of Göttingen University, Alemania. Tanto el índice K como el Kp fueron oficialmente adoptados por la IATME (Asociación Internacional para el Magnetismo Terrestre y campo Eléctrico).Los índices (ap, Ap, Cp, K , Kp) son usados y para medir la actividad geomagnética en todo el globo terrestre.

El gráfico contiene el índice Kp planetario estimado. El índice es derivado al Centro de Pronósticos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos usando la data que proviene de los magnetómetros ubicados en las bases de Meanook, Canada; Sitka, Alaska; Glenlea, Canada; Saint Johns, Canada; Ottawa, Canada; Newport, Washington; Fredericksburg, Virginia; Boulder, Colorado y Fresno, California.

Esta data está disponible a través de la cooperación del Instituto Geológico de Canadá (GSC) y el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS). Los índices K de 5 o mayores indican nivel de tormenta y actividad geomagnética. Tormentas geomagnéticas están asociadas a la carga que se produce en la superficie de los satélites producido por la fricción atmosférica creciente.

Kp Index: http://www.sec.noaa.gov/rt_plots/kp_3d.html La página se actualiza dinámicamente cada 15 minutos

The Solvay Congress of 1927


Fila del frente:
I. Langmuir, M. Planck, Mme. Curie, H.A. Lorentz, A. Einstein, P. Langevin, Ch. E. Guye, C.T.R. Wilson, O.W. Richardson
Fila del medio:
P. Debye, M. Knudsen, W.L. Bragg, H.A. Kramers, P.A.M. Dirac, A.H. Compton, L. de Broglie, M. Born, N. Bohr.
Fila de arriba:
A. Piccard, E. Henriot, P. Ehrenfest, Ed. Herzen, Th. De Donder, E. Schrödinger, E. Verschaffelt, W. Pauli, W. Heisenberg, R.H. Fowler, L. Brillouin.

martes, 12 de agosto de 2008

Neutrinos en el Cosmos

En el universo el macrocosmos está fuertemente ligado a la física subnuclear. Problemas cosmológicos fundamentales, tales como la materia oscura y el futuro dinámico del universo, comienzan a ser resueltos gracias a los avances que se han logrado en el campo de la física de partículas elementales. De igual forma laboratorios astronómicos, como el Sol, se usan para probar las teorías fundamentales de las partículas e interacciones Descubrimientos recientes ponen en clara evidencia el hecho de que el neutrino, una partícula elemental neutra y difícilmente detectable, es un actor importante en el cosmos. Esta diminuta partícula influye en la expansión del universo y es un elemento crucial en el balance de la composición química primordial del cual depende nuestra existencia.El neutrino: una partícula que salva la física nuclear
El camino que llevó a la aceptación del neutrino como ingrediente definitivo del cosmos no fue liso y sin tropiezos. El desarrollo de la teoría del neutrino tomó 42 años desde la determinación del espectro de la radiación beta en 1914, hasta el descubrimiento del neutrino en 1956. Durante estos años los científicos que participaron en esta aventura se vieron enfrentados a formidables obstáculos que los llevaron hasta el extremo de considerar el rechazo al principio de la conservación de energía.El neutrino fue originalmente una sugerencia teórica propuesta en 1930 por el eminente físico Wolfgang Pauli para aplicarle un remiendo a la venerada ley de conservación de la energía, que por esos días parecía venirse al suelo socavando los fundamentos sobre los cuales se había edificado la magnífica obra que hoy llamamos física clásica. El problema surgió haciendo observaciones del decaimiento radiactivo beta (emisión de electrones por el núcleo) al momento de medir la energía del electrón emitido. En este tipo de radioactividad, un núcleo atómico decae cuando uno de sus neutrones sufre una reacción espontánea en la cual se convierte en un protón emitiendo un electrón que sale disparado fuera del núcleo como una diminuta bala. El protón queda en el núcleo, cambiando así su identidad como elemento químico. Según este modelo la energía del electrón emitido tendría un valor fijo ya que la energía disponible (proveniente de la diferencia en masa entre el protón y el neutrón) se la reparten en proporción fija los dos objetos producidos en la reacción.Las primeras mediciones de la energía del electrón proveniente de núcleos radiactivos indicaban un espectro monocromático. Este resultado se obtuvo observando las placas fotográficas producidas por rayos beta desviados por un campo magnético. Si los electrones salen del núcleo con energías de todos los valores posibles se esperaría, debido a la acción del campo magnético, que éstos golpearan la placa fotográfica en puntos distribuidos en una gran área de la placa. Lo que se observó sin embargo fue un punto preferencial donde los electrones hacían impacto. Algo similar sucede si imaginamos un cañón que dispara balas idénticas siempre con la misma energía (y si ignoramos los efectos del aire): las trayectorias de las balas, desviadas por el campo gravitacional, siempre terminan en el mismo blanco. Por el contrario, si el cañón dispara las balas con diferentes energías en cada disparo, éstas terminarán dispersas en una gran región.El fenómeno de la radiactividad apenas comenzaba a entenderse durante la primera década del siglo XX, lo cual hacía muy difícil un estudio sistemático en el cual todas las variables estaban bajo control. Para la medición del espectro de energía de la radiación beta, por ejemplo, es necesario tener en cuenta la dependencia de la energía con la velocidad y los efectos producidos por la radiación alfa y gama proveniente de las fuentes radiactivas usadas en los experimentos. Por no tener en cuenta estos factores, los resultados iniciales que indicaban un espectro monocromático de los rayos beta y que daban apoyo a la teoría del momento no eran correctos. La medición definitiva del espectro de la radiación beta la realizó James Chadwick en 1914 quien pudo determinar que efectivamente los electrones emitidos por el núcleo salen con un espectro continuo.Pauli se dio cuenta que introduciendo una tercera partícula en la reacción nuclear beta, se salvaba el principio de la conservación de energía y al mismo tiempo se explicaba de forma natural su espectro continuo. En este esquema la energía disponible en la reacción se distribuye de forma continua entre las tres partículas resultantes: el electrón, el neutrino y el protón. El físico italiano Enrico Fermi desarrolló en 1934 la primera teoría exitosa del decaimiento radiactivo beta incorporando la partícula propuesta por Pauli, a la cual bautizó con el nombre de ‘neutrino’.Descubrimiento del NeutrinoSi efectivamente existe el neutrino, ¿por qué no se había observado antes? La respuesta nos lleva a una propiedad fundamental del neutrino: este no siente la fuerza nuclear fuerte ni laelectromagnética, únicamente interacciona por medio de la gravedad y la fuerza nuclear débilhaciéndolo muy difícilmente detectable. Mientras que usted lee esta frase miles de millones de neutrinos han atravezado su cuerpo y han penetrado la Tierra sin sufrir interacción alguna. Esto se debe a que la interacción nuclear débil es apenas una fracción de 1/100.000.000.000 menos fuerte que la interación electromagnética y tiene un alcance de solo 0,000000000000001 centímetros. En 1955 Frederick Reines y Clyde Cowan montaron un experimento para observar neutrinos generados por el reactor nuclear de Savannah River en Estados Unidos [1]. A pesar del inmenso flujo de neutrinos disponible (10.000.000.000.000 neutrinos por centímetro cuadrado por segundo) y de las grandes proporciones de su detector (un tanque de 200 litros de agua tratada con pocas trazas de cadmio) Reines y Cowan solo llegaron a detectar 3 eventos por hora incluyendo ruido en sus detectores producido por rayos cósmicos. La técnica que usaron consistió en detectar los productos de la reacción inversa al decaimiento beta (ver Fig. 2). En esta reacción un neutrino le pega a un protón del blanco convirtiéndolo en un neutrón y emitiendo un positrón (la antipartícula del electrón). El positrón se aniquila rápidamente con un electrón en el medio resultando en dos partículas gama. Microsegundos más tarde el neutrón es absorbido por uno de los núcleos de cadmio emitiendo más partículas gama. La detección en coincidencia de dos partículas gama de igual energía seguido por un pequeño pulso de partículas gama es la señal que identifica la presencia del neutrino. Modelo Estándar de las partículas e interaccionesLa gravedad, la fuerza electromagnética y las fuerzas nuclear débil y fuerte son suficientes para explicar sistemas tan pequeños como un átomo o tan complejos como el universo mismo. En el modelo estándar de las partículas e interacciones, las partículas elementales a partir de las cuales se construye todo lo que observamos en el universo pertenecen ya sea a la familia de los quarks o a la de los leptónes. Independientemente de la familia a la cual pertenece, una partícula interacciona gravitacionalmente si tiene masa (energía) y electromagnéticamente si tiene carga. Además, los quarks y los leptónes sienten la fuerza nuclear débil y los quarks la fuerza nuclear fuerte. Agrupaciones de tres quarks forman partículas más complejas como el protón o el neutrón (colectivamente llamadas bariones). El protón con dos quarks tipo "up" (u) y uno tipo "down" (d) y el neutrón con dos quarks tipo "down" y uno tipo "up". El neutrino y el electrón son distinguidos miembros de la familia de los leptónes (ver Fig. 3).Una manifestación de la dualidad partícula-onda presente en las entrañas de la física cuántica es que a cada uno de los 4 campos de interacción se asocian partículas que la transmiten. Estas partículas son los bosónes intermediarios:• el fotón para el electromagnetismo • los gluones para la fuerza nuclear fuerte • los bosónes W+, W- y Z0 para la fuerza nuclear débil • el gravitón para la gravedad
Leyes de ConservaciónPara llegar a las propiedades del neutrino se usan los principios de conservación conocidos en la física. Sabemos que la carga eléctrica del neutrino debe ser cero ya que la carga final de los productos del decaimiento beta (es decir +1 del protón, -1 del electrón y 0 del neutrino) es igual a la carga inicial (0 del neutrón) ajustándose así a la conservación de la carga eléctrica.Otras propiedades que se usan para "balancear" las reacciones entre partículas fundamentales son más difíciles de tratar ya que basan en la naturaleza cuántica de la materia. Las leyes que describen el mundo subnuclear no son las mismas que estamos acostumbrados a experimentar en el mundo macroscópico. La caída de la manzana, el movimiento de la órbita de la Luna, las fuerzas que mantienen a un puente en reposo, son fenómenos que se pueden estudiar con una precisión formidable basados únicamente en las leyes de la física clásica. Sin embargo, para estudiar lo que ocurre dentro de un núcleo atómico, o en una colisión entre partículas elementales, la física clásica no sirve y es necesario aplicar la mecánica cuántica.El concepto de carga eléctrica se puede usar para entender ciertas propiedades cuánticas que también se conservan en reacciones entre partículas elementales. Ejemplo de ésta es lo que podríamos llamar "carga de familia", propiedad fundamental que indica a qué familia pertenece una partícula. En el caso del electrón, por ejemplo, a esta propiedad se le llama número leptónico electrónico y se denota con las letras Le. Para facilitar la contabilidad vamos a asignarle a Le un valor de +1 para el electrón. Su antipartícula (el positrón) será -1. Los que no sean miembros de la familia del electrón, como el protón o el neutrón, reciben un valor Le de cero. Volviendo a la reacción nuclear beta es fácil darse cuenta que el neutrino pertenece a la familia del electrón: el número leptónico total antes del decaimiento es cero porque el neutrón no es de la familia del electrón, por lo tanto Le del neutrino debe ser -1 para que sumado con la del electrón (+1) y la del protón (0) resulte el total de cero necesario para balancear la reacción. Con este sencillo ejercicio no solamente vemos que el neutrino producido en el decaimiento beta pertenece a la familia del electrón, también se deduce que este es una antipartícula. Normalmente se denota al neutrino con la letra griega "nu) y al antineutrino se le coloca una barra encima (Más detalle se puede expresar con subíndices, así por ejemplo el neutrino asociado con el electrón, el electrón-neutrino, sería Observaciones de rayos cósmicos y de las partículas producidas en aceleradores de partículas han permitido establecer la existencia de dos pares adicionales de leptónes cada uno con su propio neutrino. El segundo grupo de leptónes está compuesto del muón y su neutrino asociado y el tercer grupo lo forman la partícula tau y el tau-neutrino El muón y el leptón tau son partículas idénticas al electrón excepto por sus masas. El muón, identificado en 1947 por Giulio Lattes en rayos cósmicos, tiene una masa de 207 veces la del electrón, y el tau, recientemente descubierto por un grupo del laboratorio Fermilab (Estados Unidos) tiene una masa de 3.477 veces la del electrón (casi el doble de la masa de un átomo de hidrógeno!).
Número de Familias de Quarks y LeptonesSolo hay tres familias de leptónes en el universo. De eso están seguros los físicos de partículas desde que un experimento en el colisionador de partículas del CERN en Ginebra midió con alta precisión el tiempo de vida media del bosón intermedio Z0 el cual depende del número de familias de neutrinos. Según el modelo estándar el número leptónico de cada una de estas familias (Le, L y L) se conserva independientemente. En una reacción pueden intervenir cualquier número de leptónes siempre y cuando los números leptónicos se conserven independientemente. Un caso particular es el de el decaimiento del muón en un electrón, un anti electrón-neutrino y un muón-neutrino, en el cual los números leptónicos Le y L son iguales antes y después de la reacción.
El problema de los neutrinos solaresEl Sol es una estupenda fábrica de neutrinos, generando un flujo de 60 mil millones de neutrinos por centímetro cuadrado por segundo como resultado de la producción de helio en la fusión nuclear entre protones. Por esta razón es el laboratorio ideal para poner a prueba las teorías de partículas elementales.El físico italiano Bruno Pontecorvo, estudiante de Fermi en Roma, reconoció la posibilidad de usar la gran cantidad de neutrinos generados en el sol para la detección del neutrino. Su propuesta se basaba en monitorear durante un tiempo suficientemente largo la aparición de un radio-isótopo, producido por la absorción de neutrinos solares en un tanque lleno de una mezcla cuya composición química es precisamente controlada. El método fue exitosamente desarrollado por Ray Davis, del Laboratorio Nacional de Brookhaven en Long Island (Nueva York) midiendo la cantidad de argón (37Ar) que aparece en un gran tanque lleno de cloro (37Cl) liquido. Para aislar el experimento de interacciones con rayos cósmicos este se instaló en una cavidad enterrada en las minas de oro de Homestake (Dakota del Sur, Estados Unidos). Por cada neutrino que logra interaccionar con el liquido, un núcleo de cloro se convierte en uno de argón. La cantidad total de argón que aparece en la mezcla después de un tiempo suficientemente largo de observación es una medida del flujo de neutrinos solares.Los primeros resultados del experimento de Homestake, presentados en 1968, indicaban que el flujo medido de neutrinos solares es apenas 1/3 de lo que se esperaba según el modelo solar. Este resultado se ha mantenido firme, después de 30 años de mediciones continuas por el grupo de Davis y ha sido corroborado por otros cuatro experimentos independientes (SAGE en Rusia, GALLEX y GNO en el túnel del Gran Sasso en Italia, y Kamiokande y Super-Kamiokande en Japón). Una discrepancia de esta magnitud está exponiendo claramente una falla, ya sea en el modelo solar o en la física de los neutrinos. Este es el famoso "problema de los neutrinos solares" [2].
Oscilaciones de neutrinosLa teoría termonuclear estelar desarrollada por Hans Bethe y sustentada por mediciones de luminosidad y de heliosismología gozaba de bases tan fuertes que los astrofísicos no encontraban el animo de perturbarla. Por otro lado, la recién nacida física del neutrino estaba lista a acomodar nociones exóticas que ofrecían una solución al problema. De nuevo, fue Pontecorvo quien sugirió el camino correcto. Con su colega ruso Vladimir Gribov, en 1968, justo después de conocerse los resultados del experimento de Homestake, propusieron una elegante solución al problema de los neutrinos solares que consistía en la transmutación del electrón-neutrino en otro tipo de neutrino más difícil de detectar. Según esta hipótesis la fracción del flujo de neutrinos no observados es de de sabor , resultantes de la transmutación, que no son vistos por los detectores.Inspirados por las ideas de Pontecorvo, Lincoln Wolfenstein (de Carnegie Mellon) y los rusos Stanislav Mikheyev y Alexei Smirnov desarrollaron una teoría (el efecto MSW) para producir oscilaciones en el sabor del neutrino. La manifestación de este efecto, puramente cuántico, consiste en el cambio oscilatorio de sabor del neutrino a medida que este se propaga. Por ejemplo la propagación de un neutrino que inicialmente sale de la fuente como electrón-neutrino se puede representar así: También son posibles oscilaciones de neutrinos entre los tres sabores. La oscilación se ha de entender como una oscilación en la probabilidad de encontrar un sabor dado del neutrino a medida que este se propaga. Esta probabilidad depende de la diferencia en masa entre los neutrinos involucrados, su energía y la distancia recorrida. El efecto MSW es producido cuando los neutrinos se propagan en un medio (no vacío), sin embargo en el vacío también se producen oscilaciones de características similares aunque no tan intensas.Que un neutrino cambie de sabor es prohibido por el modelo estándar de partículas, ya que esta transmutación rompe las leyes de conservación de los números leptónicos Le, L y L. Por lo tanto la detección de este efecto tiene un profundo impacto en la física de partículas. Efectivamente, uno de los eventos más importantes en la historia reciente de la física de partículas ocurrió en mayo de 1998 cuando el consorcio Japones Americano de Super-Kamiokande anunció la detección de oscilaciones de neutrinos (y por lo tanto la conclusión de que el neutrino posee masa).Super-Kamiokande es un detector de neutrinos consistente en 50 mil toneladas de agua pura en un tanque enterrado 600 metros bajo el monte Ikena cerca de la ciudad de Kamioka en Japón. Los físicos de este experimento observaron un déficit de neutrinos atmosféricos (es decir neutrinos tipo producido por decaimiento de las partículas en chubascos de rayos cósmicos) que indicaban la ‘desaparición’ de muón-neutrinos. En realidad los neutrinos no desaparecen sino que, de forma similar a lo que ocurre con los neutrinos solares, cambian de sabor en virtud de las oscilaciones entre los neutrinos. El valor de diferencia de masa entre los neutrinos y detectada por Super-Kamiokande es de 0.07 eV. Con este efecto confirmado, repunta la solución al problema de los neutrinos solares y también posiblemente al problema de la materia oscura y la formación de estructura a gran escala en el universo.Neutrinos en el CosmosDe no ser por el exquisito balance entre los ingredientes del universo temprano no estaríamos aquí leyendo este artículo. Si el número de familias de neutrinos fuera diferente de 3 (, y ) o si la masa del neutrino fuera mayor a 4 eV no se hubieran podido formar las estrellas donde se generaron los átomos de los cuales están hechos el lector y el autor.Durante los primeros instantes después del big bang el universo era una sopa muy caliente y densa de partículas elementales. De esta sopa salen los núcleos de hidrógeno y helio que más adelante van a formar las estrellas y otras estructuras mayores. El número de familias de neutrinos es uno de los factores que determina la composición primordial del universo primigenio. Las observaciones directas indican que la composición del universo es 20% helio, 80% hidrógeno, que es justo lo esperado con solo 3 familias de neutrinos y es consistente con las mediciones del Z0 en el CERN.En los 15 mil millones de años desde el big bang la materia se enfría y se forman las galaxias y estrellas. Los instrumentos más potentes de los astrónomos indican que el universo a gran escala exhibe una jerarquía de estructuras maravillosa. Las estrellas se agrupan en galaxias, las galaxias en cúmulos y los cúmulos en supercúmulos. Algunas estrellas albergan sistemas planetarios, y en algunos planetas la probabilidad del surgimiento de vida es no nula. ¿Cómo se formo todo esto? De las 4 fuerzas en la naturaleza, la gravedad es la que domina a grandes escalas ya que su alcance es infinito. La fuerza electromagnética también tiene rango infinito, pero en promedio la carga eléctrica neta del universo es cero y por lo tanto este tipo de interacción no tiene mucha importancia a escalas galácticas o extragalácticas. La gravedad es la fuerza encargada de amplificar las pequeñas fluctuaciones existentes en la distribución de la materia en el universo temprano. Estas fluctuaciones, descubiertas por el proyecto COBE en 1992, son muy pequeñas al comienzo, pero con la ayuda de la gravedad crecen y forman grandes nubes primordiales. Visto desde "fuera" este proceso sería muy parecido a lo que percibimos desde un edificio muy alto al mirar hacia abajo donde hay una plaza con mucha gente en movimiento aleatorio pero que tiende a acumularse en centros de atracción creados por el músico que toca el violín o el malabarista que practica sus actos en público. 1.000 millones de años después de la gran explosión comenzaron a aparecer las primeras galaxias a partir de esas gigantescas nubes.Para poder entender el proceso de formación de galaxias es necesario hacer un inventario de todas las componentes de materia y energía en el universo. Por mediciones de la velocidad angular de rotación de las galaxias sabemos que hay más materia de lo que observamos, lo cual constituye el famoso problema de la "materia oscura". De forma independiente, el experimento BOOMERANG (colaboración Italiana Americana) ha logrado medir el parámetro de densidad de masa del universo observando el espectro de fluctuaciones de la radiación cósmica de fondo (RCF).Los resultados experimentales indican que el universo tiene una densidad de 2 x 10-29 g/cm3, lo cual coincide con la densidad crítica, es decir la necesaria para hacer que la geometría del universo sea plana. Si contrastamos esta medición con la masa observada en toda la materia visible (incluyendo radiogalaxias y otras fuentes más allá del espectro visible) nos damos cuenta que existe un 90% de la materia que no hemos observado. &iquot;Donde está toda esta materia?Aquí es donde el neutrino puede llegar a jugar un papel importante, ya que la abundancia de neutrinos en el universo es tan inmensa. En cada centímetro cuadrado del universo entero hay en promedio 300 neutrinos!. Con tantos neutrinos, basta que estos tengan un poco de masa para comenzar a ser contribuyentes importantes a la masa del universo. El experimento de Super-Kamiokande nos mostró que definitivamente el neutrino tiene masa, pero no nos dice exactamente el valor de la masa (ya que lo que miden los experimentos de oscilaciones de neutrinos es la diferencia de masas, no las masas absolutas). Para medir la masa directamente se han intentado varios métodos de los cuales el más promisorio de ellos, basado en el decaimiento beta del tritio, da una cota superior de 4.4 eV. Otra cota se deriva de argumentos cosmológicos: si toda la masa oscura del universo se debe al neutrino, este debería tener una masa de 40 eV.En realidad no toda la materia oscura puede ser solo neutrinos. Estas partículas son relativistas y durante el tiempo del colapso gravitacional de las grandes nubes de materia para formar galaxias, el neutrino tiene suficiente tiempo para escapar y dejar de contribuir gravitacionalmente a la formación de estructuras. Es decir, también se necesita materia oscura "fría" (no relativista). La materia oscura fría es eficiente en la formación de estructuras a escalas pequeñas y medianas (galaxias y cúmulos pequeños), mientras que la materia oscura "caliente" (los neutrinos) es más eficiente en la formación de supercúmulos y estructuras mayores. Entre la cantidad de materia oscura fría y caliente existe un equilibrio que da la mezcla perfecta para producir la gama de estructuras observadas. Un análisis reciente que tiene en cuenta observaciones de radiación cósmica de fondo, mapeo de galaxias, y mediciones de velocidades de recesión concluye que la materia oscura del universo es del 20% de la densidad crítica, y de esa materia los neutrinos contribuyen con el 38% [3]. Este resultado es compatible con las mediciones de BOOMERANG, que implican un universo con densidad crítica, ya que también se encuentra una contribución a la densidad del universo debido a la energía del vacío (la constante cosmológica). Este último resultado es sustentado por las mediciones de aceleración de las supernovas distantes tipo Ia en su movimiento de recesión.Que el neutrino es un elemento importante en el micro y macro cosmos queda firmemente establecido. Sin embargo aún quedan muchos detalles por resolver. Si las oscilaciones de neutrinos son las responsables del problema de los neutrinos solares será sometido a prueba directa por el experimento canadiense SNO [4] (Sudbury) que será capaz de identificar todos los sabores de neutrinos, no solamente el electrón-neutrino lo cual es la limitante del experimento de Homestake. Cuál es exactamente la masa del neutrino y cuál su contribución a la masa del universo, será un problema muy posiblemente resuelto por los experimentos WMAP de la NASA y PLANK de la Agencia Espacial Europea. Estos experimentos se basan en plataformas satelitales dotadas de sensores para la medición de las fluctuaciones en la radicación cósmica de fondo a escalas angulares de pocas fracciones de grado. Los datos arrojados por estos complejos instrumentos constituyen una "fotografía" del universo temprano revelando con gran detalle las componentes y los procesos que se cocinaban en ese entonces.------

Referencias[1] En el internet http://www.ps.uci.edu/physics/news/nuexpt.html
[2] http://www.hep.anl.gov/ndk/hypertext/nuindustry.html
[3] M. Tegmark, et al. "Latest cosmological constraints on the densities of hot and cold dark matter", en el internet: http://arXiv.org/abs/hep-ph/0008145
[4] El sitio web de este experimento es http://www.sno.phy.queensu.ca/

Oriente y el Tiempo

La soledad de la Era

Que voy a hacer, sino dejarme llevar??
No me siento tan poderosa,
no soy ambiciosa en la materia,
pero soy implacable en el espíritu.

Son las señales que una deja,
para guiarse en el regreso.
Que nos queda sin creer en eso?
Que nos queda sin creer en eso?

La soledad de la Era.
La revolución de la soy.
La frustración de la ser.

Inés.
Siempre me llamó la atención la manera surreal en la que los budistas e hinduistas miden el tiempo, no solo porque las relaciones son astronómicas, sino porque las referencias que se utilizan como base son realmente fuera de lo común.

El ksana
95 ksnas es la velocidad del pensamiento -teniendo en cuenta que un día dura 32,8200,00 ksanas obtenemos que un ksana dura 0,0026 segundos-. Esta es la unidad de medida más pequeña que existe, y el mundo funciona cuadro-por-cuadro cambiando de ksana a ksana.

Asamkhya Kalpa

Esta es mi preferida, un Asamkhya Kalpa es el tiempo que le llevaría a una persona vaciar un pozo de 10×10 kilómetros repleto de semillas de mostaza -la semilla más chica de todas- si solo pudiera extraer una semilla cada 100 años!!. Ahora este es un asamkhya kalpa menor. Si deseáramos saber cuanto tiempo dura un asamkhya kalpa mayor deberíamos contar el tiempo que tardaríamos en vaciar el pozo si solo pudiéramos sacar una semilla de mostaza cada un kalpa menor!. Según Ronald Epstein, autor del libro “Budismo de la A a la Z” y quien se tomó el trabajo de calcular los años de cada ciclo, un kalpa mayor equivale a 1.28 trillones de años.

El año de Brahma
En el hinduismo no se quedan atrás: El Ciclo de Brahma controla el nacimiento, vida y muerte del universo. 4.320.000.000 años terrestres es lo que dura un día de Brahma, y sumados a la noche que dura exactamente el mismo lapso, el ciclo día/noche dura 8.640.000.000 años. 360 días y noches conforman un año de Brahma (o 3.110.400.000.000 terrestres). Tras 100 años de Brahma, o unos 311.040.000.000.000 años terrestres, el ciclo de creación finaliza y Shiva destruye el universo.
Nota curiosa: Las medidas de espacio, de las cuales trataremos luego, son aun más interesantes. Los budistas fueron los primeros en plantear un concepto de espacio infinito y a la vez un espacio sub-atómico -según el budismo en el espacio puede irse tan lejos como se quiera como achicar algo cuanto se quiera-. De hecho la unidad denominada suksma tiene un tamaño similar al de un neutrón.

El concepto del T.- Heidegger

Traducción de Raúl Gabás Pallás y Jesús Adrián Escudero. Publicada en Madrid por Trotta en 1999
Mis reflexiones van a versar sobre el tiempo. ¿Qué es el tiempo?
Si el tiempo encuentra su sentido en la eternidad, entonces habrá que comprenderlo a partir de ésta. Con ello, el punto de partida y el curso de la indagación estarían previamente diseñados: de la eternidad al tiempo. Este modo de plantear la cuestión es correcto en el supuesto de que dispongamos del mencionado punto de partida, es decir, que conozcamos y comprendamos adecuadamente la eternidad. Ahora bien, si la eternidad fuera una cosa distinta del vacío ser siempre, del “ÛeŽ ” (siempre), si Dios fuera la eternidad, entonces la manera de considerar el tiempo inicialmente propuesta habría de mantenerse en un estado de perplejidad mientras no conozca a Dios, mientras no comprenda la pregunta que interroga por él. Si nuestro acceso a Dios pasa por la fe y si el entrar en el tema de la eternidad no es otra cosa que esa fe, en tal caso la filosofía jamás tendría acceso a la eternidad, y por consiguiente, en el plano metodológico nunca podrá tomarla como una posible perspectiva para discutir la cuestión del tiempo. La filosofía nunca podrá disipar esta perplejidad. Así, el verdadero experto en cuestiones del tiempo es el teólogo; y si mal no recuerdo, la teología se las ha tenido que haber con el tiempo bajo diversos aspectos.
En primer lugar, la teología trata de la existencia humana en cuanto ser ante Dios y de su temporalidad en su relación con la eternidad. Dios mismo no necesita ninguna teología; su existencia no está fundamentada en la fe.
En segundo lugar, la fe cristiana debe tener en sí misma una relación con algo que aconteció en el tiempo: en un tiempo que, según el mensaje que hemos oído, fue el “de la plenitud de los tiempos...” (Gál 4, 4; cf. Mc 1, 15; cf. también Ef 1,9 s.)
El filósofo no cree. Cuando el filósofo plantea la cuestión del tiempo, entonces está dispuesto a comprender el tiempo a partir del tiempo, concretamente a partir del aei, concepto que se presenta como eternidad, pero que en el fondo constituye un mero derivado de la esfera temporal.
Las consideraciones siguientes no son teológicas. El camino teológico, que ustedes son dueños de seguir, al abordar el problema del tiempo sólo puede tener el sentido de hacer más difícil la pregunta por la eternidad, preparándola en la forma correcta y planteándola con propiedad. pero nuestra reflexión tampoco es filosófica, pues no pretende ofrecer una definición sistemática y universalmente válida del tiempo, definición que habría de emprender su investigación por debajo del tiempo, en el contexto de las otras categorías.
Las reflexiones que siguen y quizá forman parte de una ciencia previa, cuya tarea consiste en investigar qué significa en definitiva lo que en la filosofía y la ciencia, lo que el discurso interpretativo del ser-ahí dice acerca de él mismo y acerca del mundo. Si nos aclaramos acerca de qué es un reloj, con ello adquiere vida la forma de comprensión propia de la física y la forma en que el tiempo tiene oportunidad de manifestarse. Esta ciencia previa, dentro de la cual se mueven nuestras consideraciones, vive del presupuesto -quizá recalcitrante. d que la filosofía y la ciencia se mueven en el medio de los conceptos. Su posibilidad consiste en que cada investigador clarifique lo que comprende y lo que no comprende. Nos permite saber cuándo una investigación está realmente en su asunto, y cuándo, por el contrario, se nutre de una terminología tradicional y gastada. En cierto modo, tales indagaciones ejercen el servicio policial en el cortejo de las ciencias, una tarea que ciertamente es subordinada, pero que de tanto en tanto resulta urgente, de acuerdo con la opinión de algunos. la relación de estas exploraciones con la filosofía es la de un acompañamiento, y a veces incluye el cometido de realizar un registro en la morada de los antiguos para ver cómo éstos se desenvolvieron con tales cuestiones. Las reflexiones que siguen sólo tienen en común con la filosofía el hecho de no ser teología.
Hagamos ante todo una referencia provisional al tiempo que encontramos en la vida cotidiana, al tiempo de la naturaleza y al tiempo del mundo. El interés por la cuestión de qué es el tiempo se ha despertado nuevamente en la actualidad por el desarrollo de la investigación física, concretamente en su reflexión sobre los principios fundamentales acerca de lo que ella tiene que comprender y definir a este respecto: la medición de la naturaleza en el marco de un sistema de relaciones espacio-temporales. El estado actual de esta investigación está recogido en la teoría de la relatividad de Einstein. Veamos entonces algunas proposiciones de la misma: el espacio no es nada en sí mismo; no existe ningún espacio absoluto. Sólo existe a través de los cuerpos y de las energías contenidos en él. Coincidiendo con una antigua afirmación aristotélica, tampoco el tiempo es nada en sí. Sólo existe como consecuencia de los acontecimientos que tienen lugar en el mismo. No hay un tiempo absoluto, ni una simultaneidad absoluta. Más allá de lo destructivo de esta teoría, fácilmente pasa desapercibido el aspecto positivo que demuestra la equivalencia de aquellas ecuaciones que describen los procesos naturales en cualquiera transformaciones.
El tiempo es aquello en lo que se producen acontecimientos. Esto ya lo vio Aristóteles en relación con el modo fundamental de ser de las cosas naturales: el cambio, el cambio de posición, el movimiento: ÛepE nïo ëo wishnÛk, hkg‹nŽ w°t wÅes®nik it ianåe nñtéa. Puesto que el tiempo no es un movimiento, tendrá que ser algo relacionado con el movimiento. Ante todo encontramos e tiempo en los entes mutables; el cambio se produce en el tiempo. ¿Como qué se nos presenta el tiempo en esta forma de encontrarnos con él, quizá como el “en-qué” donde las cosas cambian? ¿Se muestra aquí el tiempo como él mismo, en lo que él es? ¿Puede una explicación del tiempo como la que está en juego garantizar que él muestre los fenómenos fundamentales que lo determinan en su propio ser? ¿O bien en la búsqueda de los fundamentos de los fenómenos nos veremos remitidos a otra cosa?
¿Cómo se le muestra el tiempo al físico? La aprehensión que determina el tiempo tiene el carácter de una medición. La medición indica el “cuánto-tiempo” y el “cuando”, el “desde-cuándo-hasta-cuándo”. Un reloj indica el tiempo. Un reloj es un sistema físico en el que se repite constantemente la misma secuencia temporal, con la condición d que este sistema físico no esté sujeto a cambio por ningún influjo externo. La repetición es cíclica. Cada período tiene la misma duración temporal. El reloj ofrece una duración idéntica que se repite constantemente, una duración a la que uno siempre puede recurrir. La distribución de esta duración es arbitraria. El reloj mide el tiempo en la medida en que la extensión de la duración de un acontecimiento se compara con las secuencias idénticas del reloj y, a partir de ahí, es determinada en su cantidad numérica.
¿Qué nos dice el reloj acerca del tiempo? El tiempo es algo en lo que se puede fijar arbitrariamente un punto que es un ahora, de tal manera que en relación con dos puntos temporales siempre se puede decir que uno es anterior y otro posterior. A este respecto ningún ahora puntual del tiempo se distingue de cualquier otro. Cada punto, como un ahora, es el posible antes de un después; y como después, es el después de un antes. Este tiempo es constantemente uniforme y homogéneo. Sólo en tanto el tiempo está constituido homogéneamente puede ser medido. El tiempo es así un desenrollar, cuyos estadios guardan entre sí la relación de un antes y un después. Cualquier anterioridad y posterioridad puede determinase a partir de un ahora, que en sí mismo es arbitrario. Si nos dirigimos a un acontecimiento reloj en mano, éste hace explícito el acontecimiento, más explícito respecto a su discurrir en el ahora que respecto al “cuánto” de su duración. La determinación fundamental que en cada caso realiza el reloj, más que en indicar el “cuánto-tiempo”, la cantidad de tiempo en su fluir presente, consiste en determinar la fijación respectiva del ahora. Lo primero que digo cuando saco el reloj es: “Ahora son las nueve; treinta minutos desde que ocurrió aquello. Dentro de tres horas serán las doce”.
¿Qué es el tiempo de este ahora en el que miro el reloj? Por ejemplo, ahora, en el preciso instante en el que lo hago; ahora, cuando se apaga la luz. ¿Qué es el ahora? ¿Está el ahora a mi disposición? ¿Soy yo el ahora? ¿Es cualquier otra persona el ahora? De ser así, yo mismo y cualquier otra persona sería el tiempo. Y en nuestro ser juntamente con otros seríamos el tiempo -todos y ninguno. ¿Soy yo el ahora, o solamente aquel que afirma esto? ¿Con o sin reloj expreso? Ahora, al anochecer, al amanecer, esta noche, hoy: aquí topamos con un reloj con el que siempre ha operado la existencia humana, el reloj natural de la alternancia del día y de la noche.
¿Qué explicación tiene el hecho de que la existencia humana ya se haya procurado un reloj antes de todos los relojes de bolsillo y relojes solares? ¿Dispongo del ser del tiempo, y me refiero juntamente a mí mismo cuando digo “ahora”? ¿Soy yo mismo el ahora y es mi existencia el tiempo? ¿O finalmente es el tiempo mismo el que se proporciona el reloj en nosotros? En el libro XI de sus Confesiones San Agustín planteó la pregunta de si el espíritu mismo es el tiempo. Y luego dejó ahí estancada su pregunta. “In te, anime meus, tempora metior; noli mihi obstrepere: quod est; noli bibi obstrepere turbis affectionum tuarum. In te, in quam, tempora metior; affectionem quam res praetereuntes in te faciunt, et cum illae praeterierin manet, ipsam metior praesetem, non eas quae praeterierunt ut fieret: ipsam metior, cum tempora metior”. Parafraseando el texto según su sentido: “En ti, espíritu mío, mido los tiempos. A ti te mido cuando mido el tiempo. No te atravieses en mi camino con la pregunta: ¿cómo es esto? No me induzcas a apartar la vista de ti a través de una falsa pregunta y tampoco obstruyas tu camino con la perturbación de lo que pueda afectarte. En ti -repito una y otra vez- mido el tiempo. Las cosas que pasan y te salen al encuentro producen en ti una afección que permanece, mientras ellas desaparecen. Mido la afección en la existencia presente, no las cosas que pasan produciéndola. Repito que es mi manera de encontrarme lo que yo mido cuando mido el tiempo”
La pregunta acerca de qué es el tiempo ha acabado por remitir nuestra investigación al ser-ahí, si por ser-ahí se entiende el ente en su ser que conocemos como vida humana; este ente en el respectivo instante de su ser, el ente que somos cada uno de nosotros mismos, el ente al que apuntamos en la afirmación fundamental: yo soy. La afirmación “yo soy” es la auténtica enunciación del ser que ostenta el carácter del ser-ahí del hombre. Este ente es en el respectivo instante como mío.
Ahora bien, ¿era necesaria esta laboriosa reflexión para dar con el ser-ahí? ¿No bastaba con indicar que los actos de la conciencia, los procesos psíquicos están en el tiempo, aun cuando estos actos se dirijan hacia algo que en sí mismo no esté determinado por el tiempo? Eso es un rodeo. Ahora bien, la pregunta por el tiempo quiere obtener una respuesta tal que desde ella se hagan comprensibles los distintos modos de la temporalidad; y así hacer que se vea desde el primer momento la posible conexión de lo que es en el tiempo con lo que la temporalidad auténtica es.
El tiempo de la naturaleza, el conocido y estudiado desde tiempos, ha ofrecido hasta nuestros días la base para la explicación del tiempo. Ahora bien, en el supuesto de que el ser humano esté en el tiempo en un sentido señalado, de modo que pueda leerse en él lo que es el tiempo, este ser-ahí habrá de ser caracterizado en sus determinaciones ontológicas fundamentales. Entonces habría de ser cierto que el ser temporal, entendido correctamente, es la afirmación fundamental sobre el ser-ahí en lo que se refiere a su ser. Pero también en ese caso es necesario mostrar algunas estructuras fundamentales del ser-ahí en cuanto tal.
1. El ser-ahí es el ente que se caracteriza por el hecho de ser-en-el-mundo. La vida humana no es algo así como un sujeto que ha de realizar alguna hazaña habilidosa para llegar al mundo. El ser-ahí, entendido como ser-en-el-mundo, significa ser de tal manera en el mundo que este ser implica manejarse en el mundo; demorarse a manera de un ejecutar, de un realizar y llevar a cabo, y también a manera de un contemplar, de un interrogar, de un determinar considerando y contemplando. El ser-en-el-mundo está caracterizado como un “cuidar”.
2. El ser-ahí , en tanto que este ser-en-el-mundo, es justamente un ser-con, un ser con otros; lo cual significa: tener ahí con otros el mismo mundo, encontrarse recíprocamente, ser con otros en el modo del ser-uno-para-otro. Pero a la vez este ser-ahí está presente ante los otros como si fuera una cosa, a la manera de una piedra que está ahí sin tener un mundo ni cuidarse de él.
3- El ser unos con los otros en el mundo, el compartirlo juntamente, tiene una señalada determinación ontológica. El modo fundamental de ser-ahí del mundo que unos y otros tienen juntamente es el hablar. El hablar, considerado en su plenitud, es un hablar con otro sobre algo expresándose. Sobre todo en el hablar está en juego el ser-en-el-mundo del hombre. Aristóteles era ya sabedor de esto. En la manera como es ser-ahí habla en su mundo sobre la forma de tratar con su mundo está dada juntamente una interpretación del ser-ahí acerca de sí mismo. Eso indica en cada caso cómo se comprende el ser-ahí, por qué se toma así mismo. En el hablar uno con otro, en aquello que se comenta, late en cada caso la auto-interpretación del presente, que se demora en este diálogo.
4- El ser-ahí es un ente que se determina como “yo soy”. Para el ser-ahí es constitutivo el carácter respectivo de cada uno que va inherente al “yo soy”. El ser-ahí , tan primariamente como es en-el-mundo, es también mi ser-ahí. Es en cada caso propio y, como propio, respectivo de cada uno. Si este ente ha de ser determinado en su carácter ontológico puede abstraerse, pues, del carácter respectivo como mío en cada caso. Mea res agitur (Es asunto mío). Por tanto, todos los caracteres fundamentales deben encontrarse justamente en lo respectivo de cada uno como lo mío en cada caso.
5. En tanto el ser-ahí es un ente al que va anejo el soy yo y a la vez está determinado como ser-juntamente-con-otros, mayormente y como término medio no soy yo mismo mi ser-ahí , sino que lo son los otros; yo soy con los otros, y los otros son igualmente con los otros. Nadie es él mismo en la cotidianidad. Lo que allí es y cómo es alguien, presenta la faz del nadie: nadie y, sin embargo, todos juntamente. Todos coinciden en no ser él mismo. Este nadie, que nos vive en la cotidianidad, es el “uno”. Se dice, se escucha, se está a favor de algo, se cuida de algo. En la obstinación del dominio de este “uno” descansan las posibilidades de mi ser-ahí , y a partir de esta nivelación es posible el “yo soy”. Un ente, que es la posibilidad del “yo soy”, es como tal generalmente un ente que uno es.
6. El ente así caracterizado es tal que en su cotidiano y específico ser-en-el-mundo le va su ser. Del mismo modo que en todo hablar sobre el mundo va inherente un expresarse del ser-ahí acerca de sí mismo, así también toda actividad de procurarnos cosas es un cuidarse del ser del ser-ahí. En cierto modo yo mismo soy aquello con lo que trato, aquello de lo que me ocupo, aquello a lo que me ata mi profesión; y en eso está en juego mi existencia. Las ocupaciones del ser-ahí han puesto en cada caso el ser en el cuidado, cosa que el fondo conoce y comprende la interpretación dominante del ser-ahí .
7- En el término medio del ser-ahí cotidiano no se da ninguna reflexión sobre el yo y la mismidad; y a pesar de esto el ser ahí se tiene a sí mismo. Se encuentra consigo mismo. Da consigo en aquello de lo que normalmente se ocupa.
8. El ser-ahí no puede demostrarse a manera de un ente; tampoco podemos mostrarlo. La relación primaria con el ser-ahí no es la de la contemplación, sino la de “serlo”. El experimentarse, o el habla sobre sí mismo, o la auto-interpretación, sólo es un modo particular y determinado en el que el ser-ahí se tiene en cada caso a sí mismo. Como término medio la interpretación del ser-ahí está dominada por la cotidianidad, por aquello que se acostumbra a decir sobre el ser-ahí y la vida humana, está dominada por el “uno”, por la tradición.
Al indicar las anteriores características ontológicas, todo estaba abocado al presupuesto de que este ente es accesible en sí mismo desde una investigación que lo interprete bajo el aspecto de su ser. ¿Es correcta esta presuposición o, por el contrario, puede tambalearse? Se tambalea, en efecto. Pero la dificultad no viene de la oscuridad que proyecta la consideración psicológica del ser-ahí . Hemos de asumir una dificultad mucho más grave que la derivada de la limitación del conocimiento humano. Ahora bien, según veremos, precisamente el hecho de que sea imposible eludir la perplejidad nos pondrá ante la posibilidad de aprehender el ser-ahí en la propiedad de su ser.
La propiedad del ser-ahí es aquello que constituye su suprema posibilidad de ser. El ser-ahí está determinado fundamentalmente por esta posibilidad suprema. La propiedad, como la suprema posibilidad de ser que tiene el ser-ahí , es la determinación ontológica en la que todos los caracteres anteriormente mencionados son lo que son. La perplejidad en la comprensión del ser-ahí no se funda en la limitación, en la inseguridad y en la imperfección de nuestra capacidad cognoscitiva, sino en el ente mismo que ha de ser conocido; se funda en una posibilidad fundamental de su ser.
Entre otras cosas hemos mencionado la característica de que el ser-ahí es en el respectivo caso; en tanto él es lo que puede ser, tiene la peculiaridad de ser en cada caso mío. Esa determinación es constante y constitutiva en este ser. Quien la borra, se queda sin el tema del que está hablando.
Ahora bien, ¿cómo podemos captar este ente en su ser antes de que él alcance su fin? El hecho es que yo estoy siempre e camino con mi ser-ahí . Siempre hay algo que todavía no ha terminado. Al final, cuando ese algo no falta, el ser-ahí ya no es. Antes de este final nunca es estrictamente lo que puede ser; y cuando es lo que puede ser, entonces ya no es.
¿No puede el ser-ahí de los otros sustituir al ser-ahí en sentido propio? La información sobre el ser-ahí de los otros, que estuvieron conmigo y que llegaron al fin, es una mala información. De pronto su ser-ahí ya no es. Su fin sería, en realidad, la nada. Por esto el ser-ahí de los otros es incapaz de sustituir al ser-ahí en sentido propio, si el respectivo ser de cada uno ha de retenerse como mío. Nunca tengo el ser-ahí del otro en la forma originaria, el único modo apropiado del tener del ser-ahí : yo nunca soy el otro.
Cuanta menos prisa se tiene por escurrirse a hurtadillas de esta perplejidad, cuanto más se permanece en ella, tanto más claramente se pone de manifiesto que, en lo que prepara esta dificultad en el ser-ahí , él se muestra en su posibilidad extrema. El final de mi existencia, mi muerte, no es algo que interrumpa de repente una secuencia de acontecimientos, sino una posibilidad conocida de una manera u otra por el ser-ahí : la posibilidad más extrema de sí mismo, que él puede abrazar, apropiársela en su aproximarse. El ser-ahí tiene en sí mismo la posibilidad de encontrarse con su muerte como la posibilidad más extrema de sí mismo. Esta posibilidad más extrema de ser tiene el carácter de lo que se aproxima con certeza, y esta certeza está caracterizada a su vez por una indeterminación absoluta. La propia interpretación del ser-ahí , que sobrepasa a cualquier otra en certeza y propiedad, es la interpretación de cara a su muerte, la certeza indeterminada de la más propia posibilidad del-ser-relativamente-al-fin.
¿En qué medida concierne esto a nuestra pregunta sobre qué es el tiempo, y especialmente a la subsiguiente pregunta de qué es el ser-ahí en el tiempo? El ser-ahí hallándose siempre entre el rasgo respectivo de lo peculiarmente suyo, sabe de su muerte, y esto incluso cuando no quiere saber nada de ella. ¿Qué significa eso de tener en cada caso la propia muerte? Consiste en que el ser-ahí se encamina anticipadamente hacia su haber sido como su posibilidad más extrema, que se anuncia inmediatamente con certeza y a la vez con plena indeterminación. El ser-ahí, como vida humana, es primariamente ser posible, es el ser de la posibilidad de un seguro y a la vez indeterminado haber sido.
A este respecto, el ser de la posibilidad es siempre la posibilidad en forma tal que ella sabe de la muerte; mayormente bajo la manera de un “ya lo sé, pero no pienso en ello”. La mayoría de las veces sé de la muerte en la forma de un saber que duda. Como interpretación del ser-ahí, el mencionado saber está en condiciones de encubrirse esta posibilidad de su ser. El ser-ahí tiene incluso la posibilidad de andar con evasivas ante su muerte.
Este haber sido, como aquello a lo que me encamino anticipadamente, hace un descubrimiento en ese caminar mío hacia él: es el haber sido de mi mismo. Como tal pasado descubre mi ser-ahí como algo que una vez deja de estar ahí; de pronto ya no estoy entre estas y aquellas cosas, entre estas y aquellas personas, entre estas vanidades, entre estos rodeos y cotilleos. El haber sido dispersa todo disimulo y todo trajín; el haber sido lo arrastra todo consigo hacia la nada. El ser pasado no es ningún incidente, ningún acontecimiento en mi existencia. Es su ser pasado; no es un “qué” en ella, algo que acontezca, algo que le sobrevenga y la modifique. Este haber sido no es ningún “qué”, sino un “cómo”; es el “cómo” propio de mi existencia. Este haber sido hacia el que puedo encaminarme anticipadamente como el mío, no es un “qué, sino el “cómo” de mi ser-ahí por antonomasia.
En tanto el encaminarse anticipadamente al haber sido retiene a éste en el “cómo” de lo respectivo de cada uno, el ser ahí mismo se hace visible en su “cómo”. En encaminarse al haber sido es el arranque del ser-ahí frente a su posibilidad más extrema; y en en tanto este “arrancar frente” va en serio, el ser-ahí en esa carrera es arrojado de nuevo al ser-ahí de sí mismo. Se trata del regreso del ser-ahí a la cotidianidad, cotidianidad que él es todavía, de tal manera que el haber sido, en cuanto “cómo” propio, descubre también la cotidianidad en su “cómo”, la recupera en el “como” con sus trajines y afanes. Recupera en el “cómo” todo “qué”, todo cuidar y planificar.
Este respectivo haber sido, en cuanto “cómo”, lleva al ser-ahí inexorablemente a la singular posibilidad de sí mismo, le permite estar enteramente solo sobre sus propios pies. El haber sido tiene la fuerza de situar al ser-ahí entre lo acongojante en medio de su grandiosa cotidianidad. La anticipación, en tanto pone ante el ser-ahí la posibilidad más extrema, es la realización fundamental de la interpretación del ser-ahí. La anticipación asume el aspecto fundamental bajo el que se sitúa el ser-ahí y muestra al mismo tiempo que la categoría fundamental de este ente es el “cómo”.
Quizá no sea casual que Kant determinara el principio fundamental de su ética en una manera que nosotros calificamos de formal. Posiblemente, por su familiaridad con el ser-ahí, sabía que éste es su “cómo”. Ha quedado reservado a los profetas contemporáneos organizar pro primera vez al ser-ahí de tal manera que el “cómo” permanezca encubierto.
El ser-ahí es propiamente cabe sí mismo, es verdaderamente existente, cuando se mantiene en dicha anticipación. Esta anticipación no es otra cosa que el fruto propio y singular respectivo del ser-ahí . En la anticipación el ser-ahí es su futuro, pero de tal manera que en este ser futuro vuelve sobre su pasado y su presente. El ser-ahí, concebido en su posibilidad más extrema de ser, no es en el tiempo. Se derrumba toda habladuría y aquello en lo que ella se sostiene; se derrumba todo desasosiego, todo trajín, todo bullicio y todo ajetreo. No tener tiempo significa arrojar el tiempo al mal presente de la vida cotidiana. El ser futuro da tiempo, forma el presente y permite reiterar el pasado en el “cómo” de su vivencia.
Visto desde la cuestión del tiempo, esto significa que el fenómeno fundamental del tiempo es el futuro. Para ver esto y no venderlo como una paradoja interesante, el respectivo ser-ahí ha de mantenerse en su anticipar. Con ello se hace presente que el modo originario de comportarse con el tiempo no es ningún medir. El volver en el anticipar es él mismo el “cómo” de aquel procurar en el que precisamente me demoro. Este volver nunca puede convertirse en aquello que llamamos aburrido, en aquello que se consume y desgasta. Lo respectivo está caracterizado por el hecho de que, desde el encaminarse al tiempo propio, tiene todo el tiempo para el sí mismo de cada uno. El tiempo nunca se hace largo, porque originariamente no tiene ninguna longitud. El anticipar de cada uno se desmorona cuando es entendido como una pregunta acerca del “cuándo” y del “cuánto-durará-todavía” el haber sido, en el sentido del “cuánto-tiempo-todavía” y del “cuándo”, no da para nada en el haber sido según la posibilidad caracterizada: más bien, se aferra precisamente a lo que no es pasado todavía y se ocupa de lo que quizá aún me queda. Tal manera de preguntar no capta la indeterminación de la certeza del haber sido, sino que quiere precisamente determinar el tiempo indeterminado. El preguntar es un querer liberarse del haber sido en lo que éste es, a saber: indeterminado y, en cuanto indeterminado, cierto. Semejante preguntar, lejos de ser una anticipación del haber sido, organiza precisamente la característica huida frente al haber sido.
La anticipación aprehende el haber sido como una posibilidad propia de cada instante, como lo que es seguro ahora. El ser futuro, como posibilidad del ser-ahí en cuanto respectivo de cada uno, da tiempo, porque es el tiempo mismo. Así, puesto que el ser futuro es propiamente el tiempo, se pone de manifiesto que la pregunta por el “cuánto tiempo”, “cuánto durará” y “cuándo será” tiene que resultar inadecuada al tiempo. Sólo si digo: propiamente, el tiempo no tiene tiempo para calcular el tiempo, hago una afirmación apropiada.
Sin embargo, nosotros conocemos al ser-ahí que ha de ser él mismo tiempo, como un ente que se comporta calculando, incluso midiéndolo con el reloj. El ser-ahí está ahí con el reloj, aunque tan sólo sea con el reloj más cotidiano, el del día y la noche. El ser-ahí calcula y pregunta por el “cuánto” del tiempo, de modo que nunca está en medio del tiempo en sentido propio. Preguntando así por el “cuándo” y el “cuanto”, el ser-ahí pierde su tiempo. ¿Qué pasa con este preguntar, como un preguntar que pierde el tiempo? ¿Hacia dónde va el tiempo? Precisamente el ser-ahí que calcula el tiempo y vive con el reloj en la mano, este ser-ahí que calcula el tiempo, dice constantemente: “no tengo tiempo”. Procediendo así, ¿no se delata a sí mismo en lo que hace con el tiempo, no se delata como el que es él mismo en el tiempo? ¡Perder el tiempo y encima procurarse un reloj para este propósito! ¿No irrumpe aquí lo inhóspito del ser-ahí?
La pregunta por el “cuándo” del indeterminado haber sido y, en general, la pregunta por el “cuánto” del tiempo, equivale a la cuestión de lo que todavía me queda, de lo que todavía me queda presente. Traducir el tiempo al “cuánto” significa tomarlo como el ahora del presente. Preguntar por el “cuánto” del tiempo significa ser absorbido por el cuidado de algo presente. El ser-ahí huye ante el “cómo” y se agarra al respectivo “qué” presente. El ser-ahí consiste en aquello de lo que se ocupa; el ser-ahí es su presente. Todo lo que le sale al encuentro en el mundo, le sale al encuentro como parándose en el ahora; así le sale al encuentro el tiempo mismo, tiempo que el ser-ahí es en cada caso, aunque sea como presente.
El cuidarse de las cosas, como una dispersión en el presente, se halla, sin embargo, por ser cuidado, ante un todavía-no, al que hay que atender en el cuidarse de él.
Incluso en el presente del ocuparse con las cosas, el ser-ahí es el tiempo completo, de tal manera que no se deshace del futuro. El futuro es ahora aquello de lo que está pendiente el cuidado, no es el futuro propio del haber sido, sino aquel que el presente mismo se configura como el suyo, pues el haber sido, en tanto que futuro propio, nunca puede hacerse presente. Si fuera presente, entonces sería la nada. El futuro del que está pendiente el cuidado es tal por mor del presente. y el ser-ahí , disipándose en el ahora del mundo presente, no está dispuesto a admitir que se ha deslizado del futuro propio, y esto es así hasta el punto de que él afirma que ha aprehendido el futuro en la preocupación por el desarrollo de la humanidad y la cultura, etcétera.
El ser-ahí , en cuanto el presente del procurarse, se mantiene en aquello de lo que se ocupa. Cansado de llenar el día, se harta del “qué”. Pronto al ser-ahí se le hace largo el tiempo, a ese ser-ahí descrito como ser-presente, que nunca tiene tiempo. El tiempo se vuelve vacío porque de antemano el ser-ahí ha hecho largo el tiempo en la pregunta por el cuánto. En cambio, el constante volver en la anticipación al haber sido nunca provoca aburrimiento. El ser-ahí desearía que cosas constantemente nuevas le salieran al paso en su presente. A tenor de la cotidianidad el acontecer del mundo se produce en el tiempo, en el presente. El mundo cotidiano vive pendiente del reloj, es decir, el cuidado vuelve incesantemente sobre el ahora; dice: de ahora hasta entonces, hasta el siguiente ahora.
El ser-ahí, determinado como un ser con otros, significa a la vez: estar guiado por la interpretación dominante que el ser-ahí ofrece de sí mismo, por aquello que se opina, por la moda, por las corrientes, por lo que sucede: por lo que corrientemente no es nadie, por la moda, o sea, por nadie. En la cotidianidad el ser-ahí no es el ser que yo soy; más bien, la cotidianidad del ser-ahí es aquel ser que uno es. Y de acuerdo con ello el ser-ahí es el tiempo en el que se está con los otros: el tiempo del “uno”. El reloj que uno tiene, cualquier reloj, muestra el tiempo del ser-uno-con-otros-en-el-mundo.
En la investigación histórica encontramos fenómenos relevantes, aunque todavía sigan sin clarificar por completo, como el hecho de las generaciones y de la conexión entre ellas, que guarda relación con tales fenómenos. El reloj nos muestra el ahora, pero jamás reloj alguno muestra el futuro o ha mostrado el pasado. Toda medición del tiempo comporta reducir el tiempo a “cuanto”. Si determino con el reloj el momento en el que ocurrirá un evento futuro, entonces no me refiero e verdad al futuro, sino que determino el “cuanto” del esperar ahora hasta el ahora indicado. El tiempo que un reloj hace accesible es visto como presente. Si se intenta deducir qué es el tiempo a partir del tiempo de la naturaleza, entonces el ahora (nèn) es la medida (nort¡m) de pasado y futuro. De esta manera, el tiempo ya es interpretado como presente, el pasado es interpretado como ya-no-más-presente y el futuro como un indeterminado todavía-no-presente: el pasado es irreversible, el futuro indeterminado.
De ahí que la cotidianidad hable de sí misma como algo en lo que la naturaleza sale constantemente al encuentro. El hecho de que los acontecimientos se produzcan el el tiempo no significa que tengan tiempo: significa más bien que ellos, produciéndose y estando ahí, nos salen al encentro como si transcurrieran a través de un presente. Este tiempo del presente es explicitado como un decurso que constantemente pasa por el ahora; secuencia acerca de la cual se afirma que su dirección es única e irreversible. Todo lo acontecido se desliza desde un futuro sin fin hacia un pasado irreversible.
Dos son las características de esta interpretación: 1) la irreversibilidad; 2) la homogeneización en puntos del ahora.
La irreversibilidad comprende en sí aquello que esta explicación todavía acierta a retener del tiempo propio. Eso es lo que queda del futuro en cuanto fenómeno fundamental del tiempo como ser-ahí . Este modo de considerar las cosas aparta la vista del futuro y se concentra en el presente, y a partir de él la consideración del tiempo que fluye sigue hacia el pasado. La definición del tiempo según su irreversibilidad se fundamenta en el hecho de que el tiempo ha sido invertido previamente.
La homogeneización es una asimilación del tiempo al espacio, a la presencia por antonomasia; es la tendencia a repeler de sí todo tiempo llevándolo a un presente. El tiempo queda completamente matematizado en términos de la coordenada t junto a las coordenadas espaciales x, y, z. El tiempo es irreversible. Esta irreversibilidad es el único factor por el que el tiempo se anuncia todavía, por el que se resiste a una matematización definitiva. Antes y después no son necesariamente más temprano y más tarde, no son modos de la temporalidad. En la secuencia aritmética, por ejemplo, el 3 se da antes que el 4, el 8 después del 7. Sin embargo, no por ello es el 3 temporalmente anterior al 4. Los números no se dan más temprano o más tarde, porque ni siquiera están en el tiempo. Más temprano y más tarde son un antes y un después totalmente determinados. Una vez que se define el tiempo como tiempo del reloj, desaparece toda esperanza de alcanzar jamás su sentido originario.
Pero el hecho de que el tiempo se defina primera y mayormente así, radica en el propio ser-ahí. El carácter respectivo es constitutivo del mismo. El ser-ahí es el mío en su propiedad sólo en cuanto posible. Nos encontramos al ser-ahí mayormente en la cotidianidad. Ahora bien, la cotidianidad sólo puede entenderse como la temporalidad determinada que huye del futuro genuino, si se confronta con el tiempo propio del ser futuro del haber sido. Lo que el ser-ahí dice del tiempo, lo dice desde la cotidianidad. El ser-ahí, anclado en su presente, dice: el pasado es lo que fue, es irrecuperable. Éste es el pasado del presente de la vida cotidiana, que se demora en el presente de sus trajines. Por ello el ser-ahí, como presente así determinado, no ve lo pasado.
La consideración de la historia que crece en el presente, sólo ve en ella un trajín irrecuperable: lo que pasó. La consideración de lo que pasó es inagotable. Se pierde en la materia. Porque esa historia y temporalidad del presente no logra penetrar en lo que es el pasado, éste tiene solamente otro presente. El carácter de pasado permanece cerrado a un presente mientras éste, que en el fondo es el ser-ahí, no es él mismo histórico. Pero el ser-ahí es en sí mismo histórico en tanto es su posibilidad. En su ser futuro el ser-ahí es su pasado; vuelve a él e el “cómo”. La manera de tal volver es, entre otras cosas, la conciencia. Sólo el “cómo” puede reiterarse. El pasado, experimentado como historicidad propia, es todo menos lo que se fue. Más bien, es algo a lo que puedo volver una y otra vez.
La generación actual cree estar en la historia, cree incluso estar sobrecargada de historia. Y se lamenta del historicismo, que es lucus a non lucendo (bosque sin luz). Pero se da el nombre de historia a algo que no lo es en absoluto. Dado que todo se disuelve en historia, dicen los hombres del presente, hay que conquistar de nuevo lo suprahistórico. Por si fuera poco que el actual ser-ahí se ha perdido en la pseudo-historia presente, tiene que utilizar además el último resto de su temporalidad (es decir, del ser-ahí) para apartarse por completo del tiempo, del ser-ahí. Y en este camino fantástico hacia lo suprahistórico se pretende encontrar una concepción del mundo. (Ahí está lo inhóspito que constituye el tiempo presente.)
La interpretación ordinaria del ser-ahí nos amenaza con el peligro del relativismo. Sin embargo, la angustia ante el relativismo es la angustia ante el ser-ahí. El pasado como historia propia se puede repetir en el “cómo”. La posibilidad de acceder a la historia se funda en la posibilidad según la cual un presente sabe en cada caso ser futuro. Este es el primer principio de toda hermenéutica. Es un principio que dice algo sobre el ser del ser-ahí, que es la historicidad misma. La filosofía nunca averiguará qué es la historia mientras la desmembre como un objeto analizado a través del método. El enigma de la historia reside en lo que significa ser histórico.
Resumiendo podríamos decir: el tiempo es equiparable al ser-ahí. El ser-ahí es lo respectivamente mío, que puede presentar la modalidad del respectivo ser futuro en la anticipación del seguro, pero indeterminado haber sido. El ser-ahí siempre se encuentra en un modo de su posible ser temporal. El ser-ahí es el tiempo, el tiempo es temporal. El ser-ahí no es el tiempo, sino la temporalidad. Por ello, la afirmación fundamental de que el tiempo es temporal es la definición más propia, sin constituir ninguna tautología, pues el ser de la temporalidad significa una realidad desigual. El ser-ahí es su haber sido, es su posibilidad en el encaminarse a este pasado. En ese encaminarse soy propiamente el tiempo, tengo tiempo. En tanto el tiempo es en cada caso mío, existen muchos tiempos. El tiempo carece de sentido; el tiempo es temporal.
Si el tiempo se comprende en la forma expuesta, entonces se esclarece debidamente aquella afirmación tradicional sobre el tiempo que dice: el tiempo es el genuino principium individuationis. Esto se entiende generalmente como una sucesión irreversible, como tiempo del presente y tiempo de la naturaleza. ¿Pero hasta qué punto es el tiempo, en cuanto propio, el principio de individuación, o sea, aquello a partir de lo cual el ser-ahí está en lo respectivamente suyo? El ser-ahí, que vive en el modo del término medio, se hace él mismo en el ser futuro de la anticipación. En dicha anticipación el ser-ahí se manifiesta como la única vez en su destino único en la posibilidad de un pasado peculiarmente suyo. Esta individuación tiene la peculiaridad de que no permite alcanzar una individuación como formación fantástica de existencias excepcionales; derriba todo dárselas de algo. Individualiza de tal manera que nivela a todos. En relación con la muerte cada uno es conducido al “cómo” que cada cual puede ser en igual medida, a una posibilidad respecto de la cual nadie goza de preeminencia, al “cómo” en el que todo “qué” se pulveriza.
Para terminar intentemos volver a la historicidad y la posibilidad. Aristóteles solía resaltar en sus escritos que lo más importante es la recta “paideia”, la seguridad originaria en una cosa, la que nace de la familiaridad con la cosa misma, la seguridad del manejo adecuado de la cosa. Para corresponder al carácter ontológico del tema aquí tratado, tenemos que hablar temporalmente del tiempo. Queremos repetir temporalmente la cuestión de qué es el tiempo. El tiempo es el “cómo”. Si seguimos indagando qué es el tiempo, hemos de evitar quedar prendidos prematuramente de una respuesta (al estilo: el tiempo es esto o aquello), lo cual implicaría siempre un “qué”.
No miremos la respuesta, sino repitamos la pregunta. ¿Qué sucedió con la pregunta? Se ha transformado. La cuestión de ¿qué es el tiempo?, se ha convertido en la pregunta: ¿Quién es el tiempo? Más en concreto: ¿Somos nosotros mismos el tiempo? Y con mayor precisión todavía: ¿Soy yo mi tiempo? Esta formulación es la que más se acerca a él. Y si comprendo debidamente la pregunta, con ello todo adquiere un todo de seriedad. Por tanto, ese tipo de pregunta es la forma adecuada de acceso al tiempo y de comportamiento con él, con el tiempo como el que es en cada caso el mío. Desde un enfoque así planteado, el ser-ahí sería el blanco del preguntar.

La evolución de los conceptos de Espacio y t.

“¿Es el análisis matemático tan solo un vano juego de la mente? ¿Le da al físico únicamente un lenguaje conveniente?; ¿no es éste un servicio mediocre del cual, estrictamente hablando, se podría prescindir?; y más aún, ¿no es de temerse que este lenguaje artificial pueda ser un velo interpuesto entre la realidad y el ojo del físico?
Lejos de ello; sin este lenguaje la mayor parte de las analogías íntimas entre las cosas nos seguirían siendo desconocidas; y, para siempre, habríamos permanecido ignorantes de la armonía interna delmundo, la cual es la única realidad verdaderamente objetiva”. Henri Poincaré.

RESUMEN

Newton desarrolló la ciencia de la mecánica bajo la hipótesis de que el tiempo y el espacio son absolutos. A principios del siglo XX Einstein desarrolló la teoría de la relatividad en la que el espacio y el tiempo ya no son absolutos, sino que están integrados en la estructura espacio-tiempo.
La cosmología moderna, basada en la teoría general de la relatividad, presentó tres escenarios, dos de ellos corresponden a un universo infinito e ilimitado mientras que el tercero es ununiverso curvo finito pero ilimitado.
La verdadera estructura del universo depende de la densidad másica de éste.

ANTECEDENTES DE LA CIENCIA

Los fundamentos de la física son un conjunto de principios o leyes sobre los cuales descansa toda su estructura. Estas leyes son el resultado de la observación y la experimentación, por eso decimos que son empíricas, lo cual es una condición que caracteriza a todas las ciencias naturales. En este artículo nos referiremos a algo más primordial, a ciertas hipótesis básicas de carácter más fundamental aún que las leyes generales de la física, es decir, más fundamentales que los principios de conservación de la energía, del momento lineal o del momento angular.
Las hipótesis primigenias a que nos referiremos están asociadas con puntos de vista filosóficos y con las propiedades del espacio y el tiempo.

En todas las civilizaciones antiguas encontramos historias y explicaciones fantásticas sobre los
fenómenos naturales y el origen del mundo. El rasgo común de todas estas “explicaciones” es que en ellas estaba implícita la presencia de uno o varios seres invisibles y con poderes extraordinarios. Para los miembros de estas civilizaciones, el universo era un sistema caótico donde no había regularidad, a excepción de algunos fenómenos como el día y la noche, y todo lo que ocurría era resultado de caprichos o enojos de las divinidades. El hombre no podía tener ni conocimiento ni mucho menos control de los fenómenos que observaba. No se sabe exactamente
cuando, pero según Carl Sagan1 fue en la antigua Jonia, con los primeros filósofos materialistas, Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes y Empédocles donde se desarrolló una de las grandes ideas de la especie humana: la noción de que el universo se puede Carl Sagan en la época de la serie televisiva Cosmos.

Las hipótesis fundamentales sobre las que descansa toda la estructura teórica de la física son
hipótesis filosóficas sobre el papel del hombre en la comprensión del mundo o los conceptos “prefísicos” sobre el espacio el tiempo y la materia. Estos son los pilares fundamentales sobre los que se levanta todo el edificio de la ciencia.

La existencia objetiva del universo, la cognoscibilidad del mismo, y la existencia de regularidades en los fenómenos de la naturaleza, son las hipótesis más básicas de la concepción científica del mundo. La objetividad del universo expresa la idea de que la materia existe independientemente de la conciencia del hombre, es decir, que la materia está ahí, no importa si hay seres que la observan o no. Este postulado, aparentemente ingenuo, no lo es tanto y existe una doctrina filosófica, conocida como Filósofos materialistas: a) Anaximandro, b) Tales de Mileto
(624-546 AC), c) Anaxímenes, d) Empédocles
Solipsismo, que lo niega; nada existe fuera de mi conciencia, dicen los solipsistas.

2 La cognoscibilidad o intelegibilidad del mundo significa que el hombre es capaz de explicar los
fenómenos que observa a su alrededor, de reconocer un orden y una regularidad en los fenómenos de la naturaleza y que podemos alterar e intervenir en la evolución y desarrollo de los mismos.

La hipótesis de la existencia de regularidades en Los fenómenos naturales se expresa en el “postulado de causalidad”.3 Este postulado establece que aún y cuando no conozcamos las causas que dan lugar a un fenómeno determinado, estas tienen que existir. En otros términos, que todo fenómeno de la naturaleza está determinado por circunstancias y condiciones específicas. Este principio de causalidad, nos lleva al determinismo y a las leyes de la naturaleza, las cuales podemos entender como regularidades que ocurren en el comportamiento de los sistemas materiales siempre que se presenten las condiciones adecuadas. La certeza en el determinismo o principio de causalidad llevó a Einstein a pronunciar su famosa frase “ Dios no juega a los dados”, refiriéndose a la interpretación probabilística de la mecánica cuántica, la teoría que describe el comportamiento de átomos, moléculas, núcleos atómicos y partículas subnucleares. Aspectos
de esta teoría en la cual no se pueden determinar las cantidades físicas con precisión absoluta y solo se pueden calcular probabilidades de sus valores, serán tratados en otro artículo. El determinismo de la física clásica se refiere al hecho de que la evolución de un sistema está determinado por las condiciones iniciales y que en principio es posible conocer el futuro si conocemos el presente.

Aún anterior al postulado de causalidad, elaborado con base en el hecho de que “siempre” que se dan determinadas condiciones ocurren determinados resultados, está, por supuesto, la validez del método inductivo. El principio de causalidad se apoya en el método inductivo, pero el método inductivo no se apoya en nada, en este sentido la hipótesis de la validez del método inductivo es una suposición primigenia. La palabra “siempre” no tiene un significado literal, por supuesto. Solo significa que se hicieron un número razonablemente grande de observaciones y se extrapoló el resultado, en el tiempo y en el espacio.

EL ESPACIO Y EL TIEMPO EN LA FÍSICA NEWTONIANA

El método científico, apoyado en estas hipótesis prefísicas, es el instrumento mediante el cual se
desarrolla y adquiere nuevo conocimiento en las ciencias naturales.
La homogeneidad e isotropía del espacio y la homogeneidad del tiempo son otras hipótesis de
trabajo no empíricas que se establecen en la física clásica.
4 La homogeneidad del tiempo se refiere a la equivalencia entre cualesquier dos instantes de
tiempo, independientemente de en que momento se tomen. El concepto de homogeneidad del tiempo se introduce en forma práctica al utilizar marcos de referencia donde el origen de coordenadas puede seleccionarse arbitrariamente. Una forma equivalente de expresar la homogeneidad del tiempo es plantear que las leyes de la física son las mismas ahora que hace mil años. La aplicabilidad de este principio se lleva a cabo al observar los fenómenos que ocurren en estrellas o galaxias lejanas y usamos los conocimientos de física actuales para interpretarlos.
La información que nos llega del espacio exterior, es radiación electromagnética (luz visible, ondas de radio, microondas, rayos X, etc.), la cual fue emitida hace miles o millones de años, dependiendo de la distancia de la estrella o galaxia que estemos observando. Las conclusiones que obtenemos se realizan basados en nuestro conocimiento actual de la física, y esto lleva implícito la suposición de que las leyes de la física hace miles o millones de años,
Similarmente, la hipótesis de isotropía del espacio aparece en el hecho de que la orientación de los ejes de coordenadas, los cuales nos sirven de marco de referencia para analizar un fenómeno físico, es arbitraria. En cuanto a la homogeneidad del tiempo, ésta está implícita en el hecho de que el origen del tiempo es completamente arbitrario. El concepto de homogeneidad del espacio significa que las leyes de la física tienen validez en todos los lugares del universo. La isotropía del espacio nos dice que si un experimento es efectuado en un laboratorio donde el equipo
experimental tenga una cierta orientación espacial, los resultados obtenidos serán los mismos
si la orientación de todos los instrumentos, el sistema que se va a analizar y el medio ambiente se modifica.

Las hipótesis de homogeneidad del tiempo y del espacio, así como la de isotropía del espacio, son
utilizadas permanentemente en toda la física y la ingeniería. En el diseño de una construcción no se piensa que dentro de 10 años se pueda colapsar debido a que los principios físicos y ecuaciones utilizadas en los cálculos vayan a cambiar. Lo mismo se aplica al diseño de cualquier máquina o vehículo,como un automóvil, un barco, avión o nave espacial.
Los diseñadores y constructores de los vehículos se apoyan en estos principios y confían en que se cumplirán aún cuando la nave espacial o el automóvil viaje miles de kilómetros.

Dado que la física es una ciencia experimental, cualquier hipótesis que se haga y que lleve a resultados que no están de acuerdo con los resultados experimentales debe ser desechada. Un ejemplo de esto ocurrió con la hipótesis de la simetría izquierda- derecha del espacio. Esta suposición establece que en el espacio no existe preferencia por la izquierda o la derecha. La forma como se aplica esta simetría es a través del uso indistinto de marcos de referencia levógiros o dextrógiros (ver figuras) . Esta simetría, que se tomó como un postulado, resultó inadecuada para describir fenómenos relacionados con la desintegración nuclear por emisión de electrones. En el año de 1956 se realizó un experimento donde se probó que las interacciones débiles, una de las fuerzas fundamentales de la naturaleza, distinguían la derecha de la izquierda; a esto se le conoce como la violación de la paridad por las interacciones débiles.5

La homogeneidad e isotropía del espacio así como la homogeneidad del tiempo, son hipótesis de trabajo para iniciar la construcción de un cuerpo de doctrina
Estas hipótesis conducen a las leyes de conservación sobre los que se apoya toda la física: conservación del momento lineal, del momento angular y de la energía. Estos resultados tienen hasta el momento validez universal, no se ha encontrado hasta hoy ningún hecho experimental que los ponga en duda.
Por otra parte, existen hipótesis en la física prerelativista acerca del espacio y el tiempo donde se considera a estos como absolutos, es decir con propiedades que no dependen ni de la presencia de materia ni de los observadores que midan estas propiedades. Para Newton, el espacio es absoluto, es el escenario donde ocurren los fenómenos naturales y permanece siempre idéntico e inmóvil, sin relación a las cosas externas, y el tiempo es algo que fluye sin relación con nada, independientemente de la materia y su movimiento.6 Estas ideas permitieron el desarrollo de la física clásica. Sin embargo, con el advenimiento de la teoría de la relatividad desarrollada por Einstein, estos conceptos sufrieron modificaciones no sin provocar gran desconcierto entre los físicos debido a que estos conllevan un cambio que está mas allá de nuestra experiencia inmediata.

Un principio de la física clásica conocido como Relatividad Galileana, establece la forma como dos
observadores que se encuentran en movimiento relativo a velocidad constante, relacionan sus
observaciones de los fenómenos físicos. Este principio nos lleva a que las leyes de la mecánica son las mismas para todos los observadores, y está apoyado en los conceptos de espacio y tiempo absolutos.

EL ESPACIO Y EL TIEMPO EN LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

Desde que Newton presentó la formulación matemática de la mecánica, se entendió que las
matemáticas marcaban el camino para los nuevos descubrimientos. El carácter universal de las leyes de la física y las analogías íntimas entre las cosas, como lo menciona Poincaré, solo se pueden entender a través del conocimiento de las matemáticas; En palabras de Galileo: “ El gran libro de la naturaleza está escrito en el lenguaje de las matemáticas”.

7 Con la formulación matemática del electromagnetismo, por Maxwell en 1873, y la confirmación experimental de que la luz es una onda electromagnética, se hizo la suposición de la existencia de un medio para su propagación. La suposición respondía a la concepción mecanicista del mundo y a la idea de que se requiere un medio para la propagación de una onda. Este medio se denominó éter luminífero.

En 1886 los experimentos de Michelson y Morley para detectar al éter arrojaron resultados negativos. Lorentz, en su intento por salvar al éter, supuso que los objetos se contraían en la dirección del movimiento. Por otra parte H. Poincaré insistía en redefinir los conceptos de espacio y tiempo.

En 1905 Albert Einstein, un físico completamente desconocido en ese entonces, publica tres trabajos que son ahora referencia obligada para quienes escriban la historia de la física. En uno de estos trabajos, intitulado “sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento”, Einstein salva las dificultades encontradas en los experimentos por detectar al éter con la hipótesis de que la luz se propaga con rapidez constante, independientemente del observador y de la fuente. Esta hipótesis es una de las suposiciones fundamentales de la teoría de la relatividad especial y condujo a una verdadera revolución en la física. En la física relativista, el espacio y el tiempo quedaron ligados indisolublemente. No existe el uno sin el otro. La relatividad del tiempo y del espacio significa que tanto uno como el otro dependen del observador. Esto quiere
decir que los valores numéricos asignados a mediciones de tiempo y espacio por diferentes observadores para los mismos fenómenos, son distintos. La relación entre ellos depende de las
velocidades relativas entre ambos observadores.

La relatividad especial permite estudiar los fenómenos donde los campos gravitacionales que intervienen son relativamente pequeños, como el campo gravitacional de la Tierra, o del Sol, por
ejemplo. En el caso de este último, con pequeñas desviaciones entre lo que predice la teoría y lo que se observa experimentalmente. En 1915, Einstein publica la teoría general de la relatividad, donde el espacio, el tiempo y la materia quedan unidos en forma inseparable. La presencia de materia deforma el espacio y el tiempo. Una medición de tiempo realizada por un reloj en el último piso de un edificio es diferente del valor obtenido por el mismo reloj en la planta baja.

GEOMETRÍAS NO EUCLIDIANAS

El desarrollo de la teoría general de la relatividad, la cual es una teoría de la gravitación que es compatible con el resultado de la relatividad especial de que ninguna señal en la naturaleza se propaga a mayor velocidad que la luz, requirió el uso de geometrías no-euclidianas.

Desde la matematización de la física con Newton, se consideró que el espacio físico era descrito
por la geometría euclidiana. Esta geometría que aprendimos en los cursos elementales, donde la suma de los ángulos internos de un triángulo es de 180º y la razón entre la circunferencia y su diámetro es el conocido número pi=3.14..., corresponde a un espacio plano o llano. Pero existen otras geometrías, conocidas como geometrías no euclidianas que fueron desarrolladas a mediados del siglo XIX. Una geometría para un espacio curvo es, como un ejemplo, la geometría de la superficie de la esfera. Sobre la superficie de la esfera no se puede trazar una línea recta, por ejemplo. Pero si definimos como línea recta en una superficie en general, la distancia más corta
entre dos puntos, entonces en la superficie de una esfera dos puntos definen dos segmentos de recta, que son las dos partes de un círculo máximo. También se puede ver fácilmente que los ángulos internos de un triángulo esférico no suman 180º. Fue el célebre matemático alemán Karl Friedrich Gauss, quien estableció que las propiedades de una superficie en
general, y toda la geometría asociada a ella, quedan determinadas al definir una regla para medir distancias sobre esta superficie.8 Bernhard Riemann, un matemático alemán del siglo XIX, generalizó la geometría de superficies curvas para un número arbitrario de dimensiones y surgieron así las geometrías no euclidianas N-dimensionales.

En la física clásica el espacio y el tiempo existen en forma independiente el uno del otro y a la vez son independientes de la materia. La geometría de la física newtoniana es la geometría euclidiana de tres dimensiones, donde el espacio es homogéneo e isótropo. La regla para medir distancias es siempre la misma, no importa donde coloquemos el origen de coordenadas ni como lo orientemos. La total independencia entre el espacio, el tiempo y la materia se manifiesta en la métrica del espacio euclidiano, es decir en la regla para medir distancias en este espacio. La distancia DS entre dos puntos con

coordenadas ( x, y , z ) y (x, y , z ) está dada
111 222
2 22
por DS = (x -x ) + (y -y ) + (z -z ) , y el
21 2121
tiempo absoluto. Claramente el espacio es plano y
no depende ni del tiempo ni de la materia.

En la teoría especial de la relatividad, el espacio y el tiempo están conectados de forma inseparable, es un espacio de cuatro dimensiones y la geometría que lo describe es la geometría de Minkowski, con una Fórmula para medir “distancias” o mejor dicho, pseudodistancias, dada por:
2 222
DS = ( x -x ) + ( y -y ) + ( z -z ) -(t -t ).
21 21 2121

Se observa aquí la conexión entre tiempo y espacio.

Por otra parte, en la teoría de la gravitación de Einstein el espacio, el tiempo y la materia están
estrechamente conectados, el uno no existe sin el otro y la geometría que lo describe es la geometría Riemanniana, donde la métrica está dada por
44
2 mn
ds =åå g mn dx dx
m =1 n = 1

siendo ds 2 el cuadrado de la distancia entre dos puntos cuyas coordenadas en el espacio-tiempo son: (x, y, z, t) y
( x + dx, y + dy, z + dz,t + dt).
m
Aquí se ha usado x con m= 1,2,3 y 4 para x,y,z y t respectivamente. Las cantidades gmn se
conocen como las componentes del tensor métrico y dependen de cómo está distribuida la materia y la energía en el espacio. Se aprecia entonces la interrelación espacio-tiempo-materia.

EL ESPACIO Y EL TIEMPO EN LA COSMOLOGÍA MODERNA

Las ecuaciones de Einstein para el campo gravitacional tienen la siguiente forma9

1
R -gR = kT
mnmn mn

2
Las Rmn son funciones de las funciones potenciales gmn y sus derivadas, las cuales dependen
a su vez de la distribución de materia; a R se le conoce como la curvatura del espacio, y Tmn depende de la distribución de materia y energía. Son 10 ecuaciones diferenciales parciales no lineales, de una gran complejidad. No existe un método general para resolverlas y la primera solución fue obtenida por Karl Schwarzchild10 en 1916, para el caso del espacio “vacío” exterior a una estrella sin rotación y esféricamente simétrica. Ninguna otra solución fue encontrada a estas ecuaciones sino hasta el año 1963,10 esto nos da una idea del grado de dificultad que representa obtener soluciones para las ecuaciones de Einstein.

Esencialmente en las ecuaciones de Einstein tenemos que el miembro izquierdo de la ecuación se
refiere a la geometría del espacio-tiempo y el miembro derecho a la distribución de masa y energía en ese espacio. La idea central detrás de estas ecuaciones la podemos expresar verbalmente como sigue:
“curvatura del espacio-tiempo” = “densidad energética de la materia”,11 la cual establece que la materia causa que el espacio se curve.

En la cosmología moderna se tiene como hipótesis fundamental de trabajo el “principio cosmológico”, que establece que el universo se observa igual desde cualquier punto y encualquier dirección desde donde se le vea.12 Técnicamente esto significa que el universo es homogéneo e isótropo a gran escala. La Tierra, por ejemplo, es esférica en primera aproximación, cuando se le considera como un todo o vista desde lejos, pero localmente la topografía de su superficie no se le parece en nada a la superficie lisa de una esfera. Similarmente, el universo es homogéneo e isótropo cuando se le considera como un todo, a gran escala. Con estas hipótesis sólo existen tres posibles geometrías para la estructura espacial del universo.12 Una es que el universo sea plano, en cuyo caso la geometría del espacio es euclidiana. Otra es que la geometría del espacio tridimensional sea hiperbólica como la que corresponde en el caso bidimensional a la geometría de la superficie de una silla de montar. Y la tercera posibilidad es que la geometría del espacio tridimensional sea esférica.
Tres son entonces los modelos del universo compatibles con las hipótesis de homegeneidad e isotropía del espacio. Dos de ellos son abiertos, infinitos e ilimitados. Estos universos son los que corresponden a las geometrías euclidianas (espacio plano), o a la hiperbólica (espacio curvo) y el tercero es un universo cerrado, finito pero ilimitado, este corresponde a la geometría de la superficie esférica tridimensional.

Es importante aclarar que las superficies curvas de tres dimensiones no pueden ser visualizadas por nosotros. Una superficie curva de dos dimensiones sí es posible visualizarla debido a que estamos inmersos en un espacio tridimensional. Por ejemplo, la superficie esférica bidimensional, muy familiar para todos, se define como el conjunto de puntos en el espacio tridimensional que satisfacen la ecuación
x2+x2+x2=r2, siendo las variables x, x, x las
coordenadas x, y, z respectivamente, del sistema de coordenadas cartesiano, y r el radio de la esfera. El caso de la superficie esférica tridimensional, no es más que una extensión a una esfera en el espacio de cuatro dimensiones. El conjunto de puntos que la representan satisface la ecuación:
x12+x22+x32+x42=r2, siendo ahora x1, x2, x3, x4 las coordenadas de un sistema cartesiano en cuatro dimensiones. No podemos tener una representación pictórica de esta superficie, al menos yo no, necesitaríamos vivir en un espacio de cuatro dimensiones, pero nuestra capacidad de abstracción nos permite saber que esta superficie es finita, encierra un volumen cuadridimensional finito y que es ilimitada.

Para imaginarnos un universo finito pero ilimitado, podemos recurrir a una analogíabidimensional. Con este propósito, consideremos el caso de seres bidimensionales que viven sobre la superficie de una esfera. Para estos seres, su universo será ilimitado, podrán desplazarse sobre su superficie sin encontrar nunca un borde o una frontera, y también será
finito en el sentido que no pueden alejarse indefinidamente del punto de partida. Estos seres podrán realizar mediciones locales y encontrar que su espacio es curvo, trazando por ejemplo un triángulo suficientemente grande y encontrando que la suma de sus ángulos internos es mayor de 180º. Esta analogía llevada a tres dimensiones es lo que conocemos como espacio curvo. La comprobación experimental de esto se realizó en 1919 cuando se observó en un eclipse total de Sol, que la luz proveniente de estrellas lejanas, sufría una desviación al pasar por la vecindad del Sol.

La presencia de materia deforma el espacio, de acuerdo con la teoría de Einstein de lagravitación.
Einstein predecía este resultado y se confirmó así la curvatura del espacio-tiempo.

Tenemos entonces que el espacio, el tiempo y la materia no existen en forma independiente el uno del otro sino que se entrelazan en lo que podríamos llamar “la estructura de la realidad”.

Actualmente se observa que el universo está en expansión; de la geometría del espacio dependerá si el universo continuará su expansión eternamente o si esta se detendrá y se iniciará la contracción que terminará en un Gran Colapso, iniciando posteriormente un nuevo Big Bang, resurgiendo así el universo de sus propias cenizas, como el Ave Fénix, en una sucesión infinita de ciclos de expansión y contracción.

REFERENCIAS

1.- Sagan, Carl, Cosmos, Ballantine Publishing Group, 1980.
2.- Deutsch, David, The Fabric of Reality, Penguin Books, 1997.
3.- Wartofsky, M.W. Introducción a la Filosofía de la Ciencia, Alianza Editorial, 1973.
4.- Landau L. y Lifshitz E., Mecánica, Editorial Reverté, S.A. 1972.
5.- Morones, I.R., La Simetría Izquierda-Derecha en la Naturaleza, Ingenierías, Julio-Sept. 2002, Vol. V, No.16.
6.- Resnick, Robert, Introducción a la Teoría Especial de la Relatividad, Limusa, 1977.
7.- Britannica 2001, Deluxe Edition.
8.- Weyl, Hermann, Space-Time-Matter, Dover, 1952.
9.- Landau L. y Lifshitz E., Teoría Clásica de los Campos, Editorial Reverté, S.A. 1972.
10.- Weinberg, Steven, Gravitation and Cosmology, John Willey, 1972.
11.- Wald, R.M. Espacio, Tiempo y Gravitación, Fondo de Cultura Económica, 1984.
12.- Chaisson, Eric, Universe, Prentice-Hall, 1988.